Lamentable.

Impulsados por las prisas y el recuerdo de tiempos pasados, nos acomodamos en la terraza de este Restaurante tras una ojeada al menú anunciado en la pizarra, a priori bastante correcto por 12 €, pese a que servido en la terraza, tuvo un suplemento (anunciado) de 1€ por comensal. Feo detalle que solo he visto en este establecimiento y que sin duda va en detrimento de la camarera pues, a menudo, será contra su propina.
Tras esperar 40 minutos de reloj en unas mesas sin mantel, sobre las 14.40 horas, la única camarera que atendía la terraza, con unas diez mesas, aprox. nos tomó la comanda, anunciando ya de entrada que el plato estrella del menú (entrecot) se había terminado, sin aportar otro sustitutorio.
Agobiada por las prisas y totalmente desbordada, con su mejor esfuerzo nos entregó los cubiertos juntos (4 servicios) con una cesta de pan, de contenido escaso, ante nuestra sorpresa al ver que no ponía mantel ni siquiera de papel. Sorpresa que fue in crescendo cuando al servirnos la bebida nos ofreció una gaseosa de medio litro abierta y por la mitad de su contenido que, sin reparo nos cambió por una entera tras una expresa solicitud.
Aún tuvimos que esperar otros 20 minutos para que nos trajera el primer plato (macarrones con tomate en un bloque de aspecto poco atractivo, la verdad, aunque medio comestibles, y espárragos gratinados (5 por ración), correctos).
El segundo fue lamentable. Otra media hora de espera hasta que llegó. Bacalao con tomate totalmente frío que fue recalentado a petición. De sabor bueno, pero enturbiado por la inicial presentación. Pimiento rellenos y chuletillas de cordero, un poco escasas. De postre no quedaba lo que a otros comensales habían ofrecido y nos conformamos con el más atractivo de los propuestos, mousse de chocolate blanco, muy rico. Vino de Castilla y León pasable en un menú de ese precio, gaseosa del tiempo (calentorra) y agua fresca.
Muy presionada por la demanda de todas las mesas, la camarera se sintió desbordada y frustrada hasta el punto que lloraba en silencio ante los reproches que otras mesas hacían (dos mesas abandonaron la terraza pese a haber pedido, debido a la tardanza). De su servicio no hay nada malo que objetar.
Por las prisas ya y por evitar más dilaciones pagamos en barra y como yo había pedido café, y no había sido incluido en la cuenta, nos lo cobraron reglamentariamente (1.50€).
Lamentablemente, me defraudó enormemente el recuerdo que tenía de este lugar , hasta el punto que no creo que vuelva nunca.
Bien es cierto que por 13 euros no puedes tener un menú de boda, pero entre Don Juan y Juanillo, hay un término medio.
El pagador de la cuenta se lo hizo ver al dueño/encargado quien, en lugar de reconocer que normalmente se debe de poder comer en menos de dos horas y diez minutos que tardamos y con la comida en su temperatura, contestó agriamente que nuestra opinión era "particular y cada uno puede opinar lo que quiera".

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