Este restaurante me ha parecido uno de los más bonitos que conozco, tampoco sabría explicar muy bien el motivo, quizá su emplazamiento, apenas escondido en una callejuela a espaldas de la precisa Piazza Bra y su Arena, o su decoración en colores suaves y luz tenue, o la calidad de sus cuadros de La Última Cena, pues esa es la traducción de Il Cenacolo, no sé, pero el hecho es que nada más entrar me encantó.
Es amplio, distribuido en varios ambientes con una brsa central que constituye el nexo de unión y la característica del local.
íbamos un grupo grande y cenamos un menú cerrado, compuesto por un abudante antipasti: tostadas con aceite y ajo y proscicutto, no es jamón ibérico pero estaba bueno, verduras a la brasa, seguido por polenta con gorgonzola, risotto al amaraone con raviolis, espectacular,lasagna vegetal riquísima y para cerrar unas fuentes copiosas de carne a la parrilla, pollo, cerdo, ternera, acompañadas por patatas a lo pobre que diríamos aquí.
En fin, un banquete en toda regla regado por un buen blanco de una Denominazione que no conocía, Custoza, y un correcto Valpolicella classico servidos en copas de calidad.
No podía faltar un tiramisú para acabar.
Para atender las mesas se bastan y sobran 3 camareros, que compensan un semblante bastante serio con una profesionalidad de quitarse el sombrero.
Menaje italiano acorde con la categoría del lugar y la comida.
Una de las paredes del local está decorada con fotos de famosos que allí han comido, predominio de cantantes de ópera claro, peor el resto no, lo que añade todavía más elegancia al lugar.
En fin, cené fantásticamente bien y a poco que tenga oportunidad volveré porque,insisto, tanto entorno como oferta gastronómica me encantaron y fue una velada para recordar largo tiempo.