Comer en el centro

Triciclo era uno de esos lugares que, por lo que uno lee en la red, consiguió despertar una especial curiosidad, atendiendo a la calidad de la carta, lo atractivo del entorno y, sobretodo, una buena relación calidad precio. Tanto es así que decidimos visitarlo a la primera que se nos presentó la ocasión y, aún sin ser ésta la más idónea, pues veníamos de disfrutar de una gran comida a mediodía que saldrá pronto a la luz, no defraudó.

El local se sitúa en la zona cero de la ciudad de Madrid, en una calle rabiosamente céntrica como la calle de Santa maría, a escasos metros de la calle Huertas. Tanto en la fachada como en su interior se han conservado elementos propios de los bares de antaño. Un primer espacio configurado por la barra y un número considerable de mesas altas es la antesala para otro salón de mesas bajas para comidas o cenas de más larga duración. La iluminación por la noche en este salón es tenue y intimista. Ello y la concurrencia de clientela internacional me trae a la mente una cierta similitud con aquellos pequeños bistrós franceses.

A nuestra llegada recibimos con algo de sorpresa la noticia que nos ubican en la única mesa alta que hay en el salón comedor. La reserva estaba hecha de dos o tres meses atrás y nos pareció algo raro que justamente a nosotros nos correspondiese esa mesa. Si un cliente formaliza la reserva con tanta antelación está mandando claras señales que anhela conocer el restaurante y, sin exigir un trato privilegiado ni muchísimo menos, se deben cuidar los pequeños detalles como éste. Afortunadamente, la mesa aledaña acabó de cenar pronto y pagó su cuenta antes de iniciar nuestro servicio con lo que pudimos cambiarnos a esta mesa y estuvimos realmente mucho más cómodos.

La carta no es excesivamente larga y sin una distinción clara entre entrantes y principales. Una vez la repasamos y acordamos nuestra comanda llega la responsable de sala y nos “canta” otras sugerencias fuera de ésta. Para mí, hubiese sido mejor hacerlo cuando nos entregaron la carta al sentarnos pues, ante estos nuevos platos, tuvimos que reconvertir nuestra comanda. En todo ese espacio de tiempo no se nos preguntó si deseábamos algo que beber y, una vez pedido el vino, éste tardó aún bastante tiempo en llegar a la mesa.

Acabamos pidiendo:

- Gazpacho thai: A la mesa llega el plato con los tropezones: una porción generosa de ostra, una bolita de sandia, unas hojas de cilantro... Se vierte el gazpacho ante el comensal. De textura perfecta y sabor agradable, un entrante muy refrescante y sabroso.

- Ceviche nikei: Pedimos media ración y nos supo a poco, La corvina se sirve cortada en finas lonchas con un aliño certero en el que sorprende el uso, aunque en poca cantidad, de la salsa de soja o similar. Ello le da un punto de sal un pelín subido. Por el contrario, muy adecuado el punto picante, muy presente pero sin rebasar el límite de lo exageradamente picante.

- Nuestro steack tartar: viene servido ya sobre unas tostas de pan crujiente (cuatro, tantas como comensales) y se corona con un huevo de codorniz frito. Se intuye un producto de gran calidad, cortado a cuchillo en porciones adecuadas, sin quedar excesivamente machacado. El aliño, eso sí, muy sutil, sin percibirse a penas los matices agrios, picantes... Le faltó punch.

- Guiso de setas con huevo: Variado de setas cortadas en pequeñas porciones con el huevo escalfado que mezclamos antes de compartir el plato y un fondo del mismo guiso con el que resulta imposible no tomar pan (pan que se cobra, por cierto, a 2,50 euros por persona). Un guiso que, a poco que se cuide la cocción y el sazonamiento, siempre resulta rico. También éste.

- Nuestra rubia gallega: Láminas finísimas de la carne de ternera extendidas sobre un papel de hornear (una por cada comensal), prácticamente crudas, con un majado de piñones tostados, setas escabechadas y algún trozo de queso, me parece recordar. Cada uno de nosotros enrollamos la loncha de carne haciendo un canutillo. Buen producto presentado de modo original.

- Saam de mollejas y calamar: La base de este bocado es una hoja de lechuga sobre la que se colocan las mollejas de cordero fritas con una especie de rebozado, para mi gusto muy pasadas de punto y los tallarines de calamar frescos con la única cocción del calor que le transmite el contacto con las mollejas recién fritas. Rico, aunque esperaba más.

- Callos: Es casi imperdonable venir a Madrid y no disfrutar de unos buenos callos. Los del Triciclo me parecieron excelentes con una textura muy tierna que facilita su ingesta y una salsa trabada de melosidad extrema. En ellos también encontramos tropezones de chorizo, taquitos de jamón...

- Brioche tostado: realmente se trata de una torrija bastante sencilla en su ejecución, sin acusar un exceso de azúcares ni un caramelizado empalagoso. Se acompaña con un helado de almendra.

- Tarta de queso: La base tostada resulta demasiado gruesa pero la crema de queso está realmente deliciosa, ideal para los muy queseros, motivado ello fundamentalmente por el uso del queso azul que deja una sentida huella en el paladar. Muy rica.

Para acompañar la cena elegimos dos vinos blancos: en primer lugar Bermejo 2014 (DO ) y Dorado 2013 (Alvarinho). No ojeé la carta pues había gente en la mesa mucho más aficionada que yo, pero se comentó que los precios eran muy razonables con respecto al precio en tienda.

Todo lo que pedimos nos gustó, y bastante. Resulta destacable la buena RCP del local, el aire informal y el ambiente que se genera en él. Como contra y creyendo firmemente que se trató de un fallo puntual de ese día, echamos en falta un poco más de “alma” en el personal, tanto en el trato, que fue más bien distante, como en la celeridad o ritmo de servicio. No vivo en Madrid, pero, en caso de hacerlo, no dudaría en darle una segunda oportunidad. Y alguna que otra más, seguro.

  1. #1

    JoseRuiz

    Pues no estuvo nada mal la traca final...

    Casi seguro que Óscar fue el culpable del Bermejo ¿me equivoco?

  2. #2

    Antoni_Alicante

    en respuesta a JoseRuiz
    Ver mensaje de JoseRuiz

    Para nada. Del Bermejo y del Dorado.

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