Buena comida, ambiente kitsch

Situado en la calle paralela al paseo marítimo. Local amplio con mesas de tamaño correcto. Decoración pseudo-sevillana, con cuadros y fotos evocadores y baldosas decoradas. Menaje sencillo. Servicio correcto. Dispone de menú diario, carta y tapas. Cocina tradicional. Carta de vinos bastante extensa para este tipo de locales, con referencias de supermercado a precios x2 y más. Ningún vino generoso andaluz en la carta ni fuera de la carta (preguntamos al camarero). Tomamos cerveza (2,-€ copa) tirada con poca gracia (una copa con más de un dedo de espuma y la otra con apenas nada).

Empezamos con una ración de patatas Cartuja (5,75€) consistente en rodajas gruesas con piel de patatas horneadas y posteriormente fritas, cubiertas con sal, pimienta y un allioli muy suave. A continuación, un combinado de pescado y marisco (21,-€) que compartimos. Constaba de un par de langostinos y un par de cigalas (ambos descongelados) de buen tamaño e insípidos, unos buenos calamares fritos, unas cuantas almejas correctas y una rodaja de merluza de buen tamaño y sabrosa. Todo acompañado profusamente de ajos fritos. Correcta cantidad y calidad aceptable, aunque, incluso para mí que me gustan mucho, sobraban ajos fritos.

Visto lo visto por los alrededores, más que recomendable.