El hotel es bonito, y el entorno es maravilloso como en toda Cantabria. Las habitaciones por muy silenciosas excepto cuando tú vecino se ducha, los hidromasaje de los chinos no son de calidad. El desayuno que se anuncia con productos típicos decepcionante al ver mantequilla de la asturiana en pastillas, y tarrinas mini de pate extremeño. Lo peor los sobaos, un pecado en está tierra. El zumo y el café bien.
Es un hotel para hacer caja con el viajero confiado. El servicio de bar, aperitivos, copas, etc, está bien surtido pero es carísimo.