Como todas las hospederias, resulta excelente.

Un antiguo edificio de la alquería de las Mestas, en las afueras del pueblo, ha sido remozado y ampliado, dando lugar a esta extraordinaria hospederia.

En plena sierra de Francia, se encuentra la sierra de las mestas, donde se situa este remanso de paz, que te hace creer que el mundo se ha detenido.

Para el entorno no hay palabras para la descripción, todo es vegetación, sierra y silencio. Las habitaciones son amplias y disponen de aire acondicionado y un muy buen baño, el hotel dispone de un patio-jardin con una pequeña piscina que da a la sierra.

La comida bien, con regular variedad, la carta de vinos, como en todas ellas, escasa y de regular-mala calidad.

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