Primera visita a este restaurante.
Local bonito aunque no muy espacioso. Servicio muy atento y amable. En cuanto a la cocina, la carta es "rara" (muchos platos que no son demasiado frecuentes y influencias de distintos países - española, rusa, armenia...-). De primero recuerdo una croquetas de liebre notables y de segundo unos calle sublimes. No tome postre, pero tenían buena pinta por lo que pude ver.
Carta de vino bastante correcta con precio aceptables (nos decantamos por un hombre bala a 19€).
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