Comida en EL SECRETO DE CASTILLA, asador castellano recientemente abierto en la calle Jovellanos, justo enfrente del Teatro de la Zarzuela, en un local en el que antes hubo una pizzería. Local grande y luminoso, una barra a la entrada con mesas altas y, a continuación el comedor con unas veinte mesas y algún reservado. Tarima de madera y colores suaves en las paredes, todo muy elegante y acogedor. Carta típica de asador, unas pocas entradas (croquetas, boquerones, etc.), unas cuantas ensaladas y luego carnaza (cochinillo, cordero, cabrito y demás).

Cuatro personas. Para compartir al centro pedimos unas croquetas de jamón ibérico normalitas. Fuera de carta, unas alcachofas excelentes, pero con una salsa que enmascaraba el sabor de la verdura y que no aportaba nada, mejor si las hubieran puesto con un chorro de aceite de oliva.

Probamos también unos judiones de la granja con su compango (oreja, chorizo y morcilla). Las judías muy buenas y en su adecuado punto de cocción, pura mantequilla, aunque con un caldo excesivamente sólido.

Y como estamos en un restaurante castellano, de segundo teníamos que probar el asado. Pedimos cordero, una paletilla con buen sabor, pero asada regular, pues a mí me gusta doradita y ésta estaba más bien cocida. Mucho mejor que el cordero estaba el cochinillo, sabroso y tiernísimo, con la piel bien crujiente, como en Segovia vamos.

De postre una tarta de manzana y un brownie, ambos caseros pero servidos con poca gracia, prescindibles.

Por recomendación del dueño pedimos un vino joven de Tempranillo llamado Balarus, denominación Castilla y León, afrutado, de suave tacto al paladar y fácil de beber. Nos gustó mucho.

Servicio muy atento, aunque un poco lento, parece que todavía están en rodaje. Mantelería y menaje de calidad. Pagamos 74,00 euros por todo gracias a un descuento de un 50% por reservar por la Web del Tridente. A este precio un chollo. Sin descuento, para pensárselo. Conclusión: un castellano correcto, buen producto, aunque tienen que mejorar su tratamiento y el servicio.