Cocina casera

Local situado en la plaza mayor del bonito pueblo de Covarrubias con una terraza con mesas y un interior que destaca la barra y la zona de pastelería para dar paso a un comedor no muy grande con decoración y mesas y sillas tipo castellano, no muy amplias, con manteles tipo camino de mesa, con copas vajilla y cubiertos básicos pero con un ambiente casero y cercano. Todo lleno y rechazan si no hay reservas

La atención corre a cargo de la familia: el dueño en barra y caja, la hija (Paula) en las mesas y la mujer en la cocina; también hay más personal dentro y fuera pero son ellos los que hacen (y lo hacen bien) de motor del local consiguiendo que aunque todo esté lleno los tiempos muertos sean escasos.

Hay un menú del día (14,50€) con varias opciones; por supuesto hay carta con platos de cocina de pueblo a la lumbre y pero sobre todo hay un menú llamado "El Pozo" (29,50€) consistente en un completo de olla podrida por encargo y mínimo para dos personas, servido el guiso como los cocidos: en dos vuelcos, y que consiste en:

. alubia roja: guiso de las pequeñas alubias quedando el caldo semitrabado y con un fondo de cocina clásica que huele que alimenta; servidas en perol de barro y que daba para repetir.

. carnes: en segundo plato (o a la vez que el primero, a gusto del comensal) vienen las carnes y embutidos: oreja, morcilla chorizo, tocino, costilla adobada.. Las legumbres siempre van con carnes grasas que facilitan la digestión y disminuye la absorción; al menos eso espero porque aquí hay tela.

. postres: arroz con leche se quedó algo caldoso y de fruta unos fresones de buen aspecto y mejorable presentación.

. se completa el menú con un buen pan de hogaza y un vino de la zona, DO Arlanza, Almanaque tinto 03 acompañaron en la comida que se remató con unos buenos cafés fuera en las mesas de la terraza que ya se habían vaciado de los viciosos de los aperitivos y que acompañamos de unos dulces que luego el dueño no los cobraba pero al indicárselo, nos los regaló. Merecen la pena pues son unas pequeñas y preciosas setas de merengue crujientes y una galleta a modo de barquillo/palmerita cubierto de buen chocolate.

Desde luego teníamos fuerzas para pasear un par de horas viendo uno de los pueblos más bonitos de España (así ha sido premiado) y regresar por la orilla del río Arlanza al aparcamiento a la entrada del pueblo.