Vino color picota madura con ribete teja y destellos amarillos, poco cubierto, limpio y lágrima densa.
En nariz con intensidad media frutas en confitura, cerezas y ciruelas, acompañadas de notas florales muy maduras, caramelo, cuero y hojarasca.
El paso por boca, suave, calido, amable, frutoso, fruta muy madura, cuerpo medio, buena acidez, equilibrado, un punto amargoso, con un tanino redondo y sabroso.
Retronasal, afrutada.
Posgusto, medio y bueno.

No me termina de convencer, tiene una nota de fruta dulzona que lo tapa todo, aunque para los años que tiene ya no está mal.

Aunque muchas veces quede algo eclipsado por su hermano mayor, el 890, los Gran Reserva 904 han sido, junto a Viña Ardanza, los grandes buques insignia de la bodega, a mi entender. Esta añada se muestra con el habitual color en este vino de capa media, rojo rubí con el borde atejado. En nariz tiene una buena intensidad, con predominio de las notas de la crianza -tostados, vainilla, especias, chocolate, balsámicos- sobre un fondo frutal muy maduro, casi confitado. En boca tiene excelente acidez, con unos taninos pulidos y muy bien integrados, con notas de uvas pasas en el retrogusto.

Cereza de capa media, con ribete atejado. Potencia media en nariz, donde domina el aroma a cuero, los recuerdos de almazara y ciertas notas de vainilla. Con el tiempo aparece algo de fruta roja en licor, así como tostados y aromas a golosina. La nariz es, en suma, muy agradable. En boca es ligero, con acidez desbordada que acompaña durante todo el paso de boca, taninos pulidos y persistencia media. Me parece un vino desequilibrado en boca. Me gustó más la añada de 1997, catada hace solo unos meses.

Para una ocasión especial un vino especial. Botella bordelesa, cápsula y corcho de excelente calidad, etiqueta clásica de la bodega.
Color rojo parduzco, menisco anaranjado.
Nariz de intensidad media, fruta confitada, tabaco Rubio, , buena madera.
Este vino alcanza la máxima expresión en boca: está riquísimo, elegante, potente a la par que sedoso, con una acidez excepcional y un nostálgico posgusto. Digo lo de nostálgico porque añoras el trago en cuanto ha pasado.
En fin, larga vida para este Rioja que ha maridado de maravilla con una merluza rellena.

Su color no engaña, color de cereza cocida tan típico de los tintos de larga crianza. En nariz tampoco sorprende con sus aromas potentes y elegantes de tarta de frutos rojos, de cuero nuevo y de piel mojada : no cabe la menor duda, respiramos un perfume de gran Rioja que tantas veces hemos respirado con delicia. En boca, reconocemos el estilo peculiar de La Rioja Alta : la textura tan sedosa, la profundidad de los sabores - guindas en licor, madera vieja, tierra movida - puestos de relieve por una magnífica acidez ( volátil : 0,91 g/l. ), el equilibrio magistral, la longitud y el frescor en el paladar.
Las añadas se suceden y se parecen : pisamos terreno conocido.

Rubí de capa media/alta con destellos teja. Tiene una nariz intensa, algo licorosa, con toques de fruta roja madura, matices especiados, algo de barniz de mueble viejo y ligeros toques de cuero. En boca tiene buen ataque, con cuerpo medio, muy bien de acidez, pasa ligero aunque resulta largo y estructurado. Perfil clásico.

Rojo rubí con ribete atejado.
Nariz de buena intensidad donde se perciben notas de vainilla, de fruta roja, notas tostadas, de duela envinada y un toque medicamentoso que, al menos a mí, no me molesta.
En boca la acidez es enorme, vertebra el conjunto, da frescor... Tiene un punto picante de pimienta, un tanino ligeramente astringente, con notas afrutadas y amargosos finales. Largo recorrido y final complejo para este Rioja de corte clásico.

Rojo rubí intenso con matices tejas. Capa alta y brillante. En nariz muestra notas a madera, frutas rojas, especias y recuerdos a jarabe.
En boca tiene una entrada potente, con una acidez muy marcada pero muy bien integrada, tanino ligero. Mezcla de frutas rojas y especias.

Fino y elegante
Una sutileza en la copa, nos muestra un Rioja glorioso en sensaciones, un vino que no invita al trago fácil aunque se bebe tremendamente bien, porque ruega respeto y nos solicita una preparación a la cata, para que nuestros sentidos puedan captar todo lo que quiere expresar que es mucho.

Su nariz de inicio se muestra ligeramente cerrada aunque no carente de intensidad. Un vino que huele a frutillos rojos en una despensa de licorería, notitas que recuerdan a nuestros abuelos -esas pasas en aguardiente-, que siempren mantenían en la cocina y permanecen en nuestra memoria desde la adolescencia. Aromas especiados -clavo, nuez moscada y pimienta negra-, tonteos con apuntes de tabaco y cuero, que aportan un ligero toque amargo en su paso, el equilibrio es absoluto, tremendamente placentero, taninos doblados, sabrosos y plenos de materia procedente de sus hollejos y la barrica. Un tinto de trago largo.