Mi última botella :-(

Degollada en junio del 2006.

Mi última botella de esta maravilla comprada hace ya un tiempo cuando se podía pagar, ahora a 300 pavos parece un poco más complicado. Aun así, los vale de sobra. Continúa con esa aromática intensa y poderosa, fina y armónica, que gana y gana con el aire, bollería, cítricos, hongos, balsámicos, un precioso fondo mineral, fruta madura, una inagotable fuente de complejidad aromática.

En boca continúa siendo un torbellino, un vino en plena juventud y que no sabemos cuándo irá alcanzando su madurez, rico, directo, con una acidez soberbia, de paso envolvente y cremoso, largo y evocador, que deja en el final notas cítricas, frutales, minerales e incluso florales con una larga persistencia.

Habré probado este vino unas cuatro o cinco veces y siempre está igual, su evolución se mide en decenios. Espero poder verlo de nuevo en 10 años para confirmarlo pero se trata de uno de los mejores Champagnes de todos los tiempos, como dijo un periodista, la “joint-venture” entre Bollinger y Dios. El Dios Baco, claro. Inolvidable.

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