Recuerdo haber catado de esta bodega un tinto de Jumilla que me gustó, pues este mallorquín no se queda atrás.
Elaboran con un coupage mezclando variedades internacionales con variedades autóctonas y la mezcla les queda bien, con mucho equilibrio. Se abre en un plis plas, no necesita decantación, aparecen otras de fruta roja y especias dulces, hierbas aromáticas y balsámicos, con notas de regaliz y ahumados, en conjunto una nariz mediterránea.
Tiene cuerpo pero la entrada en boca es fácil, con buena acidez y frescura, taninos muy suavizados, fruta y crianza en perfecta armonía, con el toque de las hierbas aromáticas y los especiados. Un vino que no llega a los 20 euros y que sin duda nos regala más de lo que vale.
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