Nuestro amigo Diego, chef del restaurante La Caleta, nos regaló amablemente esta botella y hoy hemos decidido abrirla. Se trata de un vino bi-vaietal elaborado por las bodegas Barón de Rothschild en Chile. La dejamos respirar por espacio de 30 minutos y procedemos a su valoración a 16°C. Tapón impecable, corcho sin poro, muy compacto y sólo tintado en su base.
VISUAL: De color rojo cereza de capa media con el ribete en tono rubí un tanto apagado. Lágrima abundante, fina y ligeramente tintada (86).
OLFATIVA: En nariz y a copa parada es eminentemente frutoso recordando a la fruta roja fresca (fresa y frambuesa). Al agitar aparecen notas especiadas de clavo y pimienta, herbáceos de montebajo (tomillo y orégano), aromas de pimiento verde, algo de regaliz con un ligero toque licoroso y unos sutiles recuerdos ahumados. Complejidad media e intensidad media - alta (87).
GUSTATIVA: En boca se nos antoja sabroso, fresco, de acidez alta y con los taninos a medio pulir. Cuerpo medio con un retronasal afrutado (fresas maduras). Persistencia de un minuto y 40 segundos, con un post-gusto jovial, joven, con recuerdos a canela y clavo. Una buena mezcla de viníferas, la cabernet aportando frescura y la carmenere los toques especiados (86).
La RCP no la puntúo por ser un regalo.
MARIDAJE: La abrimos en casa para acompañar una paella a leña de pollo, conejo y costilla. Estupendo maridaje con esa jovial frutosidad del vino desgrasando perfectamente los apuntes grasos de la costilla y en total armonía con las notas animales y vegetales.
Salud-os!!
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