Sorpresón tinerfeño

Serio color dorado casi viejo, límpio y suficientemente graso o glicérido.

Flores blancas, recuerdos minerales y cítrico.

Muy buena acidez (que augura una buena guarda), graso, con recuerdos de piedra volcánica y un ligero amargor final. Un curiosísimo postgusto con toques de vino criado bajo flor que recuerda en algo a los del Marco y aledaños y una combinación de uvas muy desconocida para mí que también me recuerda otros atlánticos portugueses.

Un auténtico sorpresón para alguien que, residiendo allí varios años al inicio de los ochenta sólo conoció los graneles de tintos excesivamente azufrados. Probablemente el mejor descubrimiento de los últimos meses (o años) en blancos españoles.

Ciertamente que la etiqueta no engaña cuando cita lo de "vinos atlánticos": me recuerda los días soleados y límpidos oteando el océano atlántico desde su altura.

Muy recomendable (para no perdérselo si tenéis oportunidad) y a un precio muy moderado para lo que ofrece

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