Un buen ejemplo de Rias Baixas, con una excelente evolución en botella, fresco, trepidante y con un toque salino y cítrico muy bueno.

La nariz es un chorrazo de cítricos flotando en un mar tranquilo en invierno, con toques de manzana, pera, suave melón y fruta tropical como la piña. Mineralidad, monte bajo, herbáceos, flores, terruño, panal de abeja, polvos de tocador, pimienta molida, flores de azahar... Crece y con mucha frescura.

La acidez es muy buena, igual que su salinidad. La fruta aparece al principio en un segundo plano detrás de esos toques minerales y salinos. Esas manzanas, peras, cítricos, flores, crecen bastante cuando gana oxigenación. Pimienta, herbáceos, ese toquecito amielado, monte bajo y vuelta a la salinidad. Tiene hasta toques oxidativos en boca. 

Buena estructura y fruta, que es tímida, pero que aparece con fuerza. 

A ver cómo crece, porque me gustaría ver su evolución.

Toma de contacto con esta bodega, por vez primera.

Adquirimos en vinoteca especializada este 2014, pues no había 2016 (otras referencias si, pero no éste) y si tenían 2012.

No queriendo albariños tan jovenes ni tan espaciados en el tiempo, probamos la que dispusimos.

A la vista, con un color amarillo pajizo, luminoso y limpio en copa.

Nariz varietal, donde aflora la fruta blanca de hueso, con cierto dulzor, ese olor a mar volando por todo el conjunto y una presencia de cítricos importante.

En boca, hay una buena lucha de tú a tú entre los toques salinos y marinos, su frescor, con las notas cítricas punzantes.

Todo hace que realzar su frescura, esa salinidad al final del trago, convirtiendo cada copa en un magnífico "limpiabocas" a la hora de comer, preparándonos el paladar para el siguiente mordisco.

Bien. El vino no reclama más estudio que el suscrito a título personal.

Rico.