El tinto dulce español que más me ha gustado

Botella de 37 con curiosa etiqueta, en la que se representa una especie de dibujo antiguo en el que se representan unos ángeles en una escalera imposile, el sol, la luna...

Visual: color rojo cereza con ribete granate. Capa muy alta, lágrima densa, limpio y brillante. Uno color muy muy bonito

Olfativa: Intensidad media-alta, ciruelas, dátiles. En un segundo paso: balsámicos y ante todo, mucha fruta madura.

Gustativa: buena entrada en boca, no especialmente denso para ser un dulce, aunque sí más que un vino seco. Se notan los taninos de la fruta, del contacto con los hollejos. Buena acidez, como no había visto en un dulce y un recorrido largo, que deja la boca salivando con un agradable recuerdo.

Lo mejor, su diferencia con otros tintos dulces. No he probado ninguno igual en así en España. Se nota que se ha dejado con sus hollejos durante muchas horas, como los grandes reservas, lo cual le da una intensidad de color muy alta y lo prepara una crianza y vida largas. Pero solo una uva de calidad de mucha calidad es capaz de aguantar esto, y en Torres han dedicado una parcela especial para ello.

Imprescindible para los amantes de los dulces y muy recomendable para todo aficionado

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