De decoración clásica, correctamente mantenida, no deja de ser un salón de banquetes industrial, es decir, soluciones de alimentación rápida.

Lo mejor el trato profesional y como casi siempre: el entorno familiar que te hace olvidar otros pormenores.

Tercera visita a dicho restaurante, y clara linea descendiente en cada una de ellas.

Situado enfrente de la Romareda, no queda muy céntrico, auqneu las instalaciones son correctas, tampoco tiene uan decoración especialmente bonita, pero las mesas son suficientemente amplias y la distancia entre ellas correcta. El servicio es atento, hubo un detalle que no me gustó, que más tarde detallo.

Carta de vinos aceptable, incluso por encima de la cocina, con precios de vinso aragoneses muy atractivos, y cuando digo muy atractivos, m erefiero a tener un Longus a 26 € por ejemplo, cuando se le puede encontar a unos 30 € en tienda, el problema es que el menú (casi cerrado), llamaba a una botella de blanco (mi idea era decantarme por un Clarión, 16€)y rematar con una copa de tinto, con lo que al preguntar a la persona que hacía las veces de somelier, si disponían de dicha opción (que pregunté por cortesía, ya que esperaba que al compartir instalaciones con un bar/lounge/cenador, la respuesta sería afirmativa), me dijo que no, que en el restaurante no existía la opción de tomar vinos por copas, por lo que me rompió los esquemas, y me lancé a por el Longus en cuestión, que desgracidamente no tenían, así que opté por un Secastilla al buen precio de 24 €, qua al final se convirtieron mágicamente en 17 € IVA incluído. Previamente había tomado una copa de La Güita a 1,95 €. Pero cual fue mi sorpresa que a mitad de cena, llegaron otros clientes que sí tuvieron la opción de tomar vino por copas, supongo que en el aperitivo/recepción sí valen, pero me temo que no va a ser eso.

La comida, pues como decía, menú semicerrado correspondiente a una de las tan famosas últimamente compras de grupo, segundo acercamiento, segundo fiasco. Supuestamente consistía en medio entrante, pescado y carne a elegir entre dos opciones, además de un sorbete de postre. Para ampliar la degustación compartimos todo, y así pude probar todos los platos.
De primero Salteado de fideos chinos con hongos y gambas, plato oriental, no estaba mal, como el de un japo de nivel medio. Ensalada con virutas de foie y ajada, que también cumplió su papel dignamente. De segundos taco de merluza, sobre salsa de perejil, producto discreto - discreto bajo, con huevo poché, bañada en salsa, qeu casi era una sopa, y con el huevo frio completamente, pero frio de nevera. Lomos de dorada preparados en un saquito de plástico (supongo que a baja temperatura con v erduras), que te lo abren delante tuyo con unas tijeras sin ninguna gracia ni decoro, casi se lo podían evitar. Como carnes, un muslo de pularda, que no hubiese estado mal, si no lo hubiesen literalmente carbonizado, y unos crujientes de pasta brick de ternera como la suela de la zapatilla de Cristo de dura. De postre un par de sorbetes de limón, sin mucha historia.

Resumiendo, al precio que costó, es decir 37 € de dos personas de la comida + 22 € del resto (Secastilla + cafés + La Güita), pues tira que te va, es hacerte a la idea de que te está tomando un menú ejecutivo, si te dicen qeu en realidad es 37 € por persona, más la bodega, directamente te da la risa. Cada uno que juzgue a su antojo.

El esperpento. Como he dicho antes, comparte instalaciones con un bar de copas, que da cenas con actuación en vivo (en este caso un cantautor de voz desgarrada) y desgraciadamente la megafonía es común con el restaurante, y no sólo la entrada de audio, sino también volumen, por lo menos fueron sólo tres canciones distribuidas a lo largo de la cena, aterrador.

Pues como MariaAngeles lo ha dicho todo, solo mencionar también que tienen un extenso listado de referencias de Whisky y que la de vinos es también muy completita.
Châpeau para la labor de Raul.

Restaurante amplio y cómodo con buen servicio en las mesas. La cocina se podría definir artesana de comida aragonesa de vanguardia e internacional. Tomamos una excelente y sabrosa ensalada de perdiz y solomillo de ciervo con salsa de frutos del bosque que estaba muy rico, y aunque el restaurante se que es famoso por sus postres de elaboración artesanal, nos dejamos sorprender por Raul el Sumiller, que es un asiduo forero, con una degustación de Dolç de Lóbac 2000, 1995 Hétszölö Tokaji Aszú 6 Puttonyos, delicioso y un excelente PX Noé con 30 años de barrica. La atención del personal es agradable y profesional, pero cabe hacer especial mención la del Sumiller, que en todo momento estuvo atento y acertado, sobretodo a la hora de recomendar el vino principal, Blecua 2000.