Restaurante Bodeguita de San Segundo en Ávila
Restaurante Bodeguita de San Segundo
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:

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Añadir vino por copa

Precio desde:
18,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
29 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.8
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.5
Comida COMIDA
6.3
Precio medio entorno ENTORNO
6.3
RCP CALIDAD-PRECIO
5.7
Opiniones de Bodeguita de San Segundo
OPINIONES
3

Asistencia a la ciudad de Ávila con motivo de la organización de jornada gastronómica en dicha ciudad, de la Academia Castellano Leonesa de gastronomía y alimentación.

Tras hacer una encuesta a nuestra manera entre los conocedores de la ciudad, casi todos nos aseguraron que en este local, es donde mejor se trata al vino.

El local ya esta perfectamente definido por mis dos predecesores (Aurelio y Concha) compañero no solo en estas páginas, sino en más asociaciones y expertos conocedores del mundo del vino.

Noche de un sábado, local lleno pero sin abarrotar, charla con el joven de la barra sobre vinos y al final nos decidimos por tomar Tridente tempranillo 2010, servido en unas copas de buen nivel.

Vino que se sale de lo habitual, de nuevo cuño y que cumplió con lo esperado, con creces. Había muchas más opciones tanto de vinos de este tipo como de los más clásicos, conocido y no tan conocidos, más baratos y menos asequibles, económicamente hablando.

Sentados en una mesa frente a la barra, hemos acompañado el vino con unas palomas detalles de la casa, (en esta ciudad lo normal es poner una tapa a elegir, con el vino a un precio ligeramente más alto de lo esperado si no se diese este detalle), dos brochetas de carne de avileña y una ración de mollejas guisadas, esto en proporción para cada 4 comensales.

La carne presentada con unas patatas cortadas en laminas y con una textura entre cocidas y o fritas a baja temperatura, con unos pimientos y cebolla que quería ser de tipo caramelizada: la carne no me pareció de alta calidad, pues ni era sabrosas ni fácil de comer en el sentido estricto de la palabra, el resto de los componentes prometían más que lo que dieron.

Las mollejas, sin pena ni gloria, ni estaban buenas ni malas, a falta de fuerzas y gracia.

El precio total por comensal ascendió a 18.50 euros, siendo el precio de la botella de 18.50 euros y el de cada brocheta a 15.50 euros.

Comentario:

Lugar sin dudas en el que el vino se trata de una muy buena manera.
El servicio de la barra muy amable, con el hijo del responsables emanando una gran ilusión y saber con los temas del vino y su padre menos expresivo y transmitiendo no tanto en el tema, a pesar de poner voluntad .

La comida en un plano que no pasa del aprobado simple.

Despedida mágica de mi efímera experiencia abulense (por el momento) gracias a la recomendación de G-M y con la agradable compañía de Fernando y Elena, con quienes comparto academia gastronómica y afición por el vino. El lugar estupendo y muy bien descrito en los comentarios precedentes. Al ambiente sumémosle noche veraniega, la semifinal de España con Italia (la angustia de los penaltis)y un duetto de calle que nos amenizó la velada con rumbas, sevillanas, bossa nova y algún que otro hit italiano. Carta de tapas sabrosa y variada a la que no le hicimos demasiado caso, aunque nos obsequiaron con tortilla de patatas, buen jamón, albóndigas caseras y mejores quesos. Cayeron varias cervezas y..... una garnacha de la zona, un Toro (repetí Almirez), un blanco fermentado en barrica del somontano y un verdejo (V3). Impresionante la selección de vinos del local, incluida la vitrina de "grandes vinos del mundo" en la que destaca una amplia colección de Vega Sicilia. Y lo mejor, cuando el frío de Gredos arrecia de noche de imprevisto (a mediados de Julio aún se aprecian neveros en las cercanías) el superagradable servicio te obsequia con mantas para cobijarte. Muy bien se lo tiene montado Rufes. Lo recomiendo y me lo recomiendo. Volveré!!!!

Fuí invitada, desconozco precio. Aunque por lo indicado en la carta parece correcta

En la parte exterior de las murallas, pared con pared, en un edificio precioso, encontramos esta afamada bodeguita.

Tiene mucho sabor, mucho encanto. Pequeña, muy pequeña, se abarrota. Tiene unas mesas diminutas junto a la barra, y un reducido saloncillo con otras 3-4 mesitas.

Comodidades “0”, Ambiente “10”.

Eso es lo que me hizo entrar. Íbamos paseando bordeando esas espectaculares murallas, tomando un vinito aquí, otro allá, pero en este sitio nos detuvimos y cenamos en serio. Nos atrajo el ambientillo y… la atmósfera de “amigos del vino” que se respiraba. Botellas por doquier, en las vitrinas, desordenadas por la barra, muchas de ellas abiertas, un par de espumosos en la hielera junto con varios blanquitos…

Ni nos sentamos. Había un barril a modo de mesa pegadito a la barra y ahí nos acomodamos, mi acompañante en una banqueta alta y yo de pié. Me gustan este tipo de cenas informales de picoteo y con mucho y variado vino.

Cocina tradicional pero “caprichosa”. Tostas, raciones y platos, con protagonismo de la carne. ¡Estamos en Ávila, amigos!.

Tomamos:

Tosta de perdiz escabechada y frutas del tiempo.
Tosta de morcilla de la zona, frutas y piñones.
Carpaccio de manitas de cerdo sobre manta de pimientos confitados y piñones.
Brocheta de carne de Ávila a la plancha.
Tosta de chuletón de Ávila al queso de Cabrales.
Tarta de yemas de Ávila.

Una cocina muy correcta, platos bien presentados y combinados: la carne de buena calidad, las hay mejores, pero no estaba mal, aunque la brocheta nos la hicieron demasiado pese a que la pedimos “punto bajo”; la perdiz, bien escabechada, bien de textura; la morcilla, solo de sangre, no me emocionó; el carpaccio de manitas, muy logrado; la tarta (buena respostería) pues ya sabíamos a lo que íbamos, a mi me empalaga que te mueres, pero había que probarla.

Y llega la hora de los vinos. ¡Cómo disfrutamos! Todo por copas. Comenzamos con un par de copitas, bien servidas y a buena temperatura, de Raventós i Blanc de Nit (rosado). Hablando con el dueño, todo un personaje, me dijo que él abría cualquier botella que viera (y las paredes estaban forradas literalmente de botellas) que costara menos de 50€. Me dio pena descorchar alguna nueva para una sola copa, y le pregunté a él que qué tenía interesante que hubiera abierto esa noche. Y me sacó un Mauro 09 divino. Para continuar… ¿qué podemos hacer? Pues toma tiza Gorostiza: un torito que estaba de muerte, Almirez 10. Y con los postres, un px, Néctar.

El servicio, cercano, simpático, rápido y dispuesto, brindado por el matrimonio propietario y su hijo. Daba gusto conversar con ellos entre viaje y viaje, pues no paraban, lo tenían lleno. Aun con todo se detenían, te comentaban, te preguntaban y te respondían. Saben.

El día que vuelva por Ávila, pararé sin duda a tomar unas tapillas y unos vinilos en esta simpática y cuajada bodeguilla.

P.D.: cartas de vinos las hay más completas, mucho más completas, pero teniendo en cuenta este entorno, en este tipo de establecimiento (y contradiciendo estrepitosamente mi política habitual de valorar sin ponderar por nivel), su trato y oferta se merecen una nota alta, que es la que le pongo.

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