Restaurante Pantxika Orio (RESTAURANTE CERRADO) en Zaragoza
Restaurante Pantxika Orio (RESTAURANTE CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
40,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
67 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.0
Comida COMIDA
8.3
Precio medio entorno ENTORNO
6.8
RCP CALIDAD-PRECIO
6.7
Opiniones de Pantxika Orio (RESTAURANTE CERRADO)
OPINIONES
10

Una pena, porque en pescados era de lo mejor y el chuletón lo bordaban.

He visita en varias ocasiones este restaurante y siempre he salido con gran satisfacción.

En un entorno agradable, bien mantenido y profesional, este establecimiento cuida especialmente los pescados.

Una excelente referencia en la ciudad.

Local ya descrito de ambiente muy marinero, servicio profesional y que si hay que destacar algo es la calidad de la materia prima, especialmente en pescados, con un trato en cocina más de no estropear que de añadir bondades.

Carta de vino con algunos fallos al pedir, precios al uso, no mucha variedad y de recorrido clásico. casi todo Ribera y Riojas de corte clásico y algo más de Somontano. Local a medio llenar lo cual no está nada mal en estos tiempos. En enero 2012 estaba más lleno si bien era a medio día.
Al final nos decantamos por Laus altitud 700 del año 2005 que fué el mismo que tomé en la visita anterior pero que esta vez estaba bastante más pasado su mejor momento. Remontamos con Marbore 2005 que estaba en mucho mejor momento. Aparte las consabidas cerveza de presión a la llegada, un Monte blanco (verdejo de Ramon Bilbao) justito.

Carta de comida con platos de predominio de calidad de producto y elaboración clásicas. Bastantes opciones.
Tomamos al centro: anchoas de Santoña muy buenas de tamaño y calidad. Buen bonito con cebolla. Aceptables croquetas de morcilla. Muy buenos chipirones en su tinta.
De principales y puesto que teníamos claro el buen sitio de pescado y que era por la noche nos fuimos a 8 de besugo extraordinario de calidad, y menor tono quedaron 2 de rodaballo y 1 de merluza.
En postre destacable la panxineta con buen hojaldre y muy regular crema mejorado por el chocolate; el Idiazábal (con membrillo) estaba poco curado. Bien el arroz con leche. menos interesante la tarta Tatin con helado de vainilla.

Rematamos con cafés, orujos de hierbas y pacharan. Un px Duquesa menos denso y dulce con punto más ácido de lo habitual.
Precio deconozco pero en la línea de los comentarios anteriores.

O por lo menos uno de ellos.

Restaurante de estilo clásico por antonomasia de la ciudad, en la que la calidad del producto, y su respeto resaltan sobre cualquier otra cualidad gastronómica. Tratado con respeto, sin apenas meterle mano. Dicho clasicismo se traslada hasta el último detalle del restaurante, en al decoración, marinera, con madera desde el suelo que se prolonga hasta el techo, casi pareces estar en el interior de un barco pesquero, servicio pausado amable y educado, muy bien medidos los tiempos.

En el vino tiene su punto más débil, y mucho, carta justita, clasicota, hinchada en precios, y con cristalería que desmerece por completo al restaurante, copas malas y ajadas. Comenzamos con dos copas de Viñas del Vero chardonnay, a casi 4 € cada una, para pasar a un Campillo Reserva a casi 26€ la botella, a mi juicio excesivo.

Carta haciendo justicia a su característica fundamental, productos de calidad excelsa, con distintos pescados y carnes a la parrilla. Empezamos por un plato que resultaba irresistible, las ya citadas colas de cigalas con gabardina, media docena de éstas con un buen rebozado. Y como no podíamos irnos sin probar el mar y la tierra, optamos por compartir una ración de medallones de rape al orio sensacionales, que individualizaron sin coste (a casi 24 € la ración), con un orio que aportaba al plato sin restarle protagonismo. Para rematar el chuletón de Buey -y si no lo era, daba lo mismo-, sensacional en sabor, troceado y servido sobre una fuentecita caliente para un último golque el que así quisiese -aunque no fue mi caso-, los 900 grs -eso dijo la cuenta, ya que fueron casi 44€ de los 49€ que cobran el kg- que casi supieron a poco, sospechosamente poco. De postre una ración de tarta tatín con helado de vainilla, que de nuevo individualizaron, peor que en este caso, parece que sí tuvo su coste adicional, y que se fue a los casi 10 €. Bien, sin más, lo cierto es que el postre casi lo pedimos por descarte.

Al final unos cuantos picos (1,5€ por cubierto, 5€ por una copa de pacharán, 2€ del agua y el carajillo) que elevaron la cuenta hasta los 138 €, que aun comiendo muy a gusto, te descuadran la ya de por sí elevada -y sin IVA- carta. En todo caso muy recomendable, y un templo para los amantes del buen género.

Todas las regiones españolas tienen buena cocina pero la concentración de estrellas Michelin y restaurantes españoles famosos en el mundo se agrupan en la cocina catalana más creativa y en la vasca más de materia prima. Este restaurante es un buen ejemplo.
Ambiente calsico marinero. Copas, cubiertos, servicio...destacable.
Comida para grupo de trabajo. Destacar los pescados.
Carta de vino con menos dedicación que a la cocina pero puedes salvarte. Tomamos un Laus 700 alt (altitud del viñedo) tinto 2005 que desconocía su existencia.
No apunto RCP porque no pagaba yo.

Siempre me acerco a este restaurante si lo que quiero es CALIDAD y lo digo con mayúsculas porque todavía no he tenido ni una sola decepción en mis muchas visitas. Es un restaurante de cocina vasca la cual esta ejecutada excepcionalmente.

Situado en zona céntrica de la ciudad dispone de varias zonas de comedor con suficiente espacio entre mesas y varios ambientes. Es un restaurante bastante demandado a la hora de comer los días laborables y un poco menos a la noche, pero los fines de semana esta siempre concurrido así que se sugiere reservar para evitar alguna sorpresa.

La decoración del local en madera con cuadros y detalles ornamentales alegóricos al norte de España y al mar.
Servicio muy correcto y amable, siempre atento a cualquier detalle.

Entrantes.
Anchoas de Santoña en aceite de oliva. Excelentísima calidad y buena cantidad de ellas para degustarlas.
Colas de cigala rebozadas. Plato compuesto por 6 unidades con una fritura muy suave que deja percibir todo el sabor de la cigala.

Segundos.
Tienen buena carta de carnes y pescados de temporada, siempre te suelen sorprender con algún plato fuera de carta dependiendo de lo que se puede encontrar en el mercado ese día. Tomamos un rodaballo salvaje al orio para compartir que estaba delicioso. Gran calidad del pescado y cocinado en su punto.

Postres caseros.
Arroz con leche y crema catalana. Ya sé que la crema no pega mucho en un restaurante como este pero yo es que tengo autentica debilidad por este postre y evidentemente no me pude resistir.

Vino. La carta de vinos es unos de los puntos que se puede mejorar, en ella puedes encontrar los mas “clásicos” en tintos y blancos. Quizás se echa de menos alguna referencia fuera de riojitis y riveritis. Tomamos dos copas de Viñas del vero chardonnay.

En definitiva un restaurante con productos básicos, cocinados de manera tradicional y sin extravagancias pero con una calidad excelente. En pescados se puede decir que esta entre los 3 mejores restaurantes de Zaragoza.
La cuenta ascendió a 130,00 € de dos personas, incluyendo agua, vino y cafés.

El Pantxica Orio es toda una institución en Zaragoza.

La decoración del local es agradable, marinera, como no podía ser diferente en un restaurante vasco y especializado en pescados.

De primero compartimos unas cocochas con salsa verde (excelentes, aunque ya las pagas, ya...), y unas almejas (perfectas).

Se segundo, el plato que tiene más fama de este restaurante, el besugo al horno.

Primera calidad, bien de cocción, pieza grande y hermosa (lo pagas bien, también).

De postres, patxineta, que como me va lo dulce, me gustó.

De beber, un albariño Mar de Frades, un poco hinchado de precio (21 euros).

Servicio atento pero distante.

El precio, como ya han comentado, un poco alto aunque la calidad es de primera, eso sin duda. Mucha clientela de negocios, que supongo que también ayuda. En según que días, mejor reservar y pedir mesa al fondo, si os quedáis en las primeras hay una medio-barra y parece que la gente la tienes encima.

Un buen lugar para pescado en Zaragoza.

Buen restaurante vasco-navarro en el centro de Zaragoza. Sala grande toda para fumadores, adornada con fotografías en blanco y negro y con muchos motivos marineros. Mesas demasiado juntas. Servicio amable y eficaz por parte de dos señoritas. El chief toma nota y además se interesa al final de la cena.
Carta sin complicaciones basada en el producto y sin maquillajes, con numerosos entrantes tradicionales, y segundos con unos 18 platos de pescados y solo 3 de carnes.
Aperitivo de la casa: Una cuchararilla con una mini-loncha de jamón con aceite y tomate natural.

Cena para 1 pax:
1 de tortilla de bacalao: Poco hecha, como a mi megusta. Bien sin más.
1 ración de pimientos de Lodosa: Bien pero les dije que serían para guarnición del plato fuerte, por lo que el queso que llevan, para mi gusto, sobraba.
3/4 aprox. de chuletón de buey (???): Magnífica pieza, bien hecha y sabrosa por fuera y tierna y jugosa por dentro. Grasa la justa. Precio a 42€ + IVA por kg.
1 de pantxineta: Delicada y crujiente, aunque la crema un tanto pesada.

Carta de vinos no muy amplia y centrada en vinos tintos de La Rioja, Ribera y de Aragón. Podemos decir que suficiente (tienen Roda I o Malleolus, por ejemplo). Para blancos, dada la variedad y fama de sus pescados, claramente insuficiente y comercial (única excepción, Belondrade y Lurton FB). Tienen vinoteca a la vista, por lo que los vinos los sirven a temperatura correcta. Precios x2. No hay sumiller. Pedí Borsao Tres Picos 2008 (20€+IVA) servido en copas vastorras. No están atentos a rellenar.

Me ofrecieron un chupito en la sobremesa.

Precio total: 96.44€ (inc. IVA, pan y servicio a 1.60€ y una botella de agua de 1 litro a 3€).

Nota: Precios un tanto altos pues la clientela es sobre todo de negocios.

Bajo mi punto de vista, que nací y vivo en Barcelona, Zaragoza es la primera ciudad con la que te encuentras al salir de Catalunya, donde se recupera el ambiente castizo de tapeo en la calle (maravillosos bares en la zona del tubo, y en otras muchas, para hacer un previo antes de cenar), y así fue en este caso.

Después paseo hasta Pantxica Orio, donde además de contar con una buena materia prima, ésta se presenta con generosidad en sus platos (no escatiman en ello). Destaco especialmente la lubina que comí ya que daba la impresión que la estaba saboreando en cualquier otro restaurante de la cornisa cantábrica.

Lamentablemente nos tocó cenar en la misma entrada del restaurante (daba la sensación que antes esa zona era la de bar). Espero la próxima vez, tener más suerte y hacerlo en una mesa más tranquila y reservada. Repetiré sin duda.

Me sorprende que este clásico restaurante de la capital maña no tenga por el momento ningún comentario ya que según tengo entendido lleva ya años en la ciudad. En mi caso, fue una recomendación de un zaragozano afincado en Zarautz, y he de decir que el resultado fué óptimo.
El local es amplio y su decoración típica de asador con aires marineros. Compartimos mesa dos, así tampoco nos dio para probar demasiadas cosas, aunque tanto las kokochas a la parrilla como las anchoas del cantábrico estaban perfectas. De segundo lubina a la donostiarra para los dos. Excelente. Sota, Caballo y Rey. El vino bien servido y a la temperatura correcta. Buen coperio. Desde luego, una apuesta asegura en la ciudad de Zaragoza.

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