He hecho caso de las valoraciones y he visitado este restaurante. Fuimos 4 y Probamos los siguientes platos: Escabetx (de caballa), foi d’anec (normal), cargols de Palol (bien), amanida morro de bacallà (bien), galta de vedella.. etc (normal), magret dànec (regular, algo grasiento) rap de Palamos planxa (bien, pero és plancha), galtes de vadella rostida (regular). Cuando solicité un filete de la carta, después de un ratito me dijeron que no era posible (?) y me aconsejaron el magret de pato. Raciones justas. Los postres a base de crema con trocitos de fruta, nada del otro mundo. Los vinos recomendados, blanco y tinto rva.02, ambos de Perelada, regular. Vajilla correcta. Cuadros por las paredes. Aseos pequeños y que pueden mejorar. El precio fue moderado (50 € cada uno). En conjunto: mediocre

Una pequeña joya. Imprescindible reservar, local pequeño con no muchas mesas. Atención personalizada. Máximo esmero en cuidar los detalles. Aperitivo tradicional pero de primera calidad. Pocos platos pero rozan la perfección. Comida mediterranea y empordanesa en su máxima expresión. Precio correcto

Carta reducida pero muy cuidada, dividida entre platos tradicionales y los más innovadores, aunque conservando un innegable sabor de la tierra, cocina ampurdanesa. Local acogedor y servicio profesional. Buen trato al vino con precios correctos.

Acogedor restaurante de cocina ampurdanesa con elaboraciones más o menos clásicas de platos de la región. Mar y montaña vertiginosos (increíbles caracoles en una salsa a base de sofrito y mariscos), un buen pichón en su punto, sobre una tosta de foie al calvados. Magnífico trato.

Carta de vinos corta, con buena cubertería. Se preocupan del servicio del vino, al extremo de padecer por que no nos hubiéramos pasado al enfriar un Mas Estela en la cubitera.