Con la única referencia de la estrella Michelin concedida en 2011 y por el hecho de ser uno de los pocos sitios abiertos las noches de los domingos habíamos reservado mesa para 4 personas.
La primera sorpresa se produjo tras comprobar la reserva. Fuimos acompañados al piso superior y acomodados en unos sillones desde los que disfrutamos la vista del anochecer sobre el río. Con los cuidados aperitivos que nos sirvieron decidimos tomar vino y de la carta, no muy amplia pero muy variada, escogimos un Maison Bredif Reserve Privée Vigne Blanche 2005 , un Vouvray Sec tan delicioso que, con la ayuda de una segunda botella, acompañaríamos toda la cena.
La carta, que nos fue entregada durante este aperitivo, ofrecía varios menús. Escogimos el de 45 euros que incluía 3 platos + quesos o postre. Lo sorprendente era que cada plato constaba de dos presentaciones diferentes del mismo ingrediente principal servidas simultáneamente. Bogavante (en caldo al tamarindo/glacé) Bacalao (al aceite de oliva/en espuma de mar). Trufa (con crema de coliflor/en ensalada crujiente). Pintada (con foie gras, jengibre y citronela/en suprema). Espárragos (…/…). Canguro (…/…)…..
Tras elegir individualmente los platos bajamos la comedor. Decoración y ambiente agradables. Detalles en vajilla y cristalería. Servicio muy cuidado. Delicioso el pan. Platos muy bien elaborados, permitiendo apreciar las posibilidades del mismo producto según la receta, presentación muy cuidada. Para continuar la degustación decidimos compartir dos platos de queso, escogidos del envidiable carro que nos aproximaron, un postre de chocolate negro con pomelo y un soufflé con helado de achicoria.
Cafés e infusiones fueron servidos, como no, en otra zona de cómodos sillones y acompañados de pequeños dulces.
Una experiencia estupenda
El precio es de menú con aperitivos e IVA incluido. Vinos y cafés aparte