Desde mi primer comentario he vuelto en varias ocasiones y es de destacar la acertada reorganización de mesas que han hecho en el interior del local, el espacio sigue siendo pequeño pero ahora está más ordenado y han aumentado la capacidad, no obstante hay que reservar porque se llena enseguida.
Otra mejora es la calidad de las copas, acorde con la categoría de los vinos que ofrece y mejoradas respecto hace un año, con presencia mayoritaria de Montsant, Terra Alta y Priorato, sin olvidar botellas interesantes de otras zonas incluyendo algún francés.
A un aficionado como yo le satisface ir a donde se quiere el vino, no hay carta como tal si no que se comenta el tema con el propietario-sumiller. Es pena los armarios -bodega le queden un poco pequeños y haya muchos caldos interesantes fuera de los mismos.
La carta de raciones cambia con frecuencia según el producto y fuera de la misma siempre hay ofertas interesantes de temporada.
Ayer cenamos unas buenas bravas, unas croquetas de cocido estupendas, Bombas de la Barceloneta con su punto picante, unas pequeñas navajas del Delta del Ebro soberbias (las llaman canuts), unos originales huevos rotos con foie y el consabido pan con tomate. Todo muy bueno.
Bebimos un tinto Prioratino y un blanco Borgoñón; este último no estaba bien, delgado, insípido y corto en nariz. Lo fuimos bebiendo y cuando tuve oportunidad le comenté al propietario mi parecer. El lo cató y al estar de acuerdo conmigo no lo cobró. Me quito el sombrero con este detalle.
De postre sabrosas tartas de tiramisú, brownie y mouse, además de una especie de requesón.
Chupitos cortesía de la casa.
Un sitio ideal para cenar y compartir platos, beber bien y además el servicio es amable y profesional.
La RCP es muy buena para la Imperial Tàrraco.

He ido varias veces a este local y por un motivo u otro nunca introducía comentario. No lleva muchos años abierto en una esquina de la Plaza de La Font y recuerdo al principio su carta de vinos era una gran pizarra con las referencias. Me pareció una idea novedosa y útil, a día de hoy, desconozco el motivo, no está la pizarra ni hay carta física de vinos, debiendo para la elección entrar al restaurante, mirar lo que hay, hablar con el propietario y elegir. En fin, todo tiene sus pros y sus contras, como pro es agradable comentar el tema con él pues está bien informado de los vinos que oferta -con un porcentaje importante de ecológicos- como contra que a mí personalmente me gusta tener la carta en las manos, mirar, remirar y poder elegir con tranquilidad.
El verano es el mejor momento para ir, ya que se está muy bien en la terraza, sin embargo el interior es un poco angosto por lo que cuando no se puede estar al aire libre es difícil encontrar sitio.
Mesas de madera sin mantel.
Salvo una vez, y he ido 5 creo, siempre he comido bien, ayer en concreto más que bien, a base de raciones para compartir: el pa amb tomàquet es de vidrio, de buena calidad y bien preparado, muy rico, plato de temporada los huevos rotos con trufa blanca sabrosos, las bravas muy buenas y las Bombas de la Barceloneta para repetir. Lo mismo puede decirse del moixín en adobo y de las tiras de pollo con mostaza.
De postre tabla de quesos y un surtido de tartas a cual más rica, curioso el predominio de americanas: cheese-cake, crumble,...
En el apartado vinos y como comenté al principio responden al gusto del propietario, la oferta es correcta y las copas deberían mejorar, no responden a la calidad de los caldos. En concreto ayer bebimos un ecológico y un tinto de trepat 100%. Antes de cenar un par de cañas de Moritz bien tirada.
Entre una competente camarera y el propietario se bastan y sobran para el servicio, rápido y eficaz.
Como su nombre indica ofrecen GTs, con el valor añadido de preparar medias copas.
Como resumen un local con un punto original y desenfadado tanto en la decoración, como en la comida y los vinos. En mi opinión mejor para estar fuera que dentro. El comentario anterior de Ricardo Santiago describe muy bien la filosofía del negocio.

local moderno, bien situado y con una oferta interesante que hace honor a su nombre....
tapas, platillos y los tan de moda ahora gin tonics.
es un local pequeño, con terraza partida por la mitad por la salida de un parking y una barra que no facilita la movilidad interior.

falta mencionar una bodega impresionante, tratándose de un local informal (en el sentido sano de la palabra) y de espirítu "modernillo".

la relación calidad precio es correcta, no diría que espectacular, pues los precios no son especialmente bajos, aunque sí que ofrece una calidad interesante que justifica que el precio no sea de derribo.

cantidades correctas y buenas materias primas.

lo accesorio, para algunos, es casi inexistente....
copas decentes, pero sin mantelería ni loza ni cubertería que merezca mención...

el servicio del vino es demasiado básico y más aún al acompañar a la bodega que acompaña...

no hay interés en darle demasiado bombo y, valga la redundancia, platillo....

conocen el tema, disfrutan mostrándolo, y si uno adopta la posición de alumno interesado o colega sumiso, la relación es encantadora.

el trato es correcto, con el colegueo inevitable en este modelo de negocio, y lo convierte en interesante.

recomendable para comer decente, sin que parezca que eres muy tiquis....

volveremos.

Estuvimos el otro día en Tarragona y entramos atomar un vino y poco a poco hasta que acabamos comiendo y muy bien.
Tienen cosas muy variadas, de pescado, marisco, carne,buen jamos, etc, en tapas y raciones, bien presentadas y abundantes.
Amplia (amplisima) carta de vinos para un local de estas caracteristicas, a buen precio y buen coperio.
El precio 120€ para 3 personas. Muy correcto para todo lo que comimos y bebimos. (en demasía)
Lugar recomendable en el centro de Tarragona.