Restaurante Casa Enrique en Granada
Restaurante Casa Enrique
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
15,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
22 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.8
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
8.5
RCP CALIDAD-PRECIO
8.5
Opiniones de Casa Enrique
OPINIONES
2

Atípica taberna en Granada, no ponen tapa con la bebida!!!!!

Lo compensan con una buena variedad de chacinas, quesos, conservas.

No hay cocina, una tostadora para las tostas, por lo que practicamente toda su oferta es en frio.

Local pequeño, pero con sabor a taberna de las de antes, barra pequeña, abarrotada, cerveza, una pequeña variedad de vinos, buenas copas, fino o manzanilla (no se lo que era) servido de una tetera metálica grande.

Un buen queso picón (Treviso?), unas tostadas de morcilla extremeña con pimiento muy rica, unos tomates con ventresca también muy ricos.
Una taberna con encanto, sin atiborramiento de tapas pero con unas raciones muy ricas.

Por si Enrique lo lee: Hay que poner más pan en la ración de queso, leches, que ya te lo dije hace dos años.

Esta taberna abrió en 1.870 (era una "casa de postas"). Quizá por eso hoy su dueño tiene querencia por el pasado, por el origen y la memoria.

Enrique Martínez Baena pertenece a la tercera generación de la familia propietaria de esta taberna. Su abuelo, apodado "el Elefante", se hizo con el negocio en 1.911 y es aún un recuerdo constante (muchos granadinos llaman al local con ese apodo). Cuando hace décadas, un incendio devastó el edificio en cuyos bajos está la taberna, la familia se opuso al derribo: “hay que luchar por conservar el pasado”... cuando ese pasado merezca la pena conservarse: según cuenta Enrique, en los años 40, su abuelo empezó a llevar botellas de Viña Ardanza a una Granada donde sólo se bebía vino a granel.

Aquí no hay mesas, ni cocina. Sólo una barra de madera para tapear en frío: embutidos, latas, quesos..., pero me encontré con algunas de las mejores cosas que he comido nunca:

- Anchoas en salmuera “Rezumar”, con cebolla macerada (que, extrañamente, no incordiaba, sino casi al revés).
- Tocino, en láminas cristalinas, brillantes, adheridas al plato.
- Lomo embuchado.
- Lomo de orza, jugoso
- Jamón ibérico
- Salchichón “Casa Sendra" (magra de calidad, muy poco tocino, exacto condimento, perfecta curación, cortado en tacos gruesos)
- Tomate, aceite.
- Foie mi cuit, de las Landas, con pequeñas cebollas maceradas en aceite de oliva y vinagre de Módena
- Queso manchego.

Una pena para mí (y para el que lea) que no sepa las referencias de todos los productos, todos me parecieron de gran calidad (a la cabeza: las anchoas, el salchichón y el tocino). Es una excusa para volver y probar la sobrasada mallorquina que Enrique compra a una familia amiga suya de la isla, que la elabora artesanalmente. Da la sensación de que todo producto tuvo su proceso de búsqueda, que el descubrimiento pudo tener lugar hace muchos años, que Enrique tiene criterio para saber reconocer lo excelente, que una vez encontrado, no lo va a cambiar en la vida. Esa sería la idiosincrasia del personaje. Y otra faceta de su personalidad (también con luces y sombras), se refiere al trato con la gente: brusco, agreste… y arbitrario: si le caes bien, puede pasarte a la "rebotica", más allá de la barra, invitarte a beber, hablar emocionado del soneto al vino de Borges; si no le caes tan bien, puede echarte del local cobrándote 20 euros por un plato de tomate; y puede que seas el mismo cliente en una y otra ocasión...

Aquí también se bebe bien. Enrique es Presidente de una Asociación de Sumilleres, pero lo importante es que creo que le gusta el buen vino. Después de la buenísima cerveza (espuma cremosa, poca burbuja), tomamos varias copas del profundo y redondo Viña Ardanza Reserva (a temperatura adecuada, en copas de calidad correcta) y una botella de cava Roger Goulart (con xarelo, parellada, macabeo y algo de chardonnay), que también me pareció muy bueno. En la cava vi botellas del Ribeira Sacra "Dominio de Bibei" (Lalama, Lapola, Lapena…), referencias de Borgoña (Pommard), etc.

No creo que vuelva por Granada y no pase por aquí. (aunque no me guste ese soneto al vino; mejor éste del mismo Borges:

"Gunnar Thorgilsson (1816-1879)

La memoria del tiempo
Está llena de espadas y de naves
Y de polvo de imperios
Y de rumor de hexámetros
Y de altos caballos de guerra
Y de clamores y de Shakespeare.
Yo quiero recordar aquel beso
Con el que me besabas en Islandia"

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