Quiero decir, en tiempos de crisis, como idea me parece un interesante concepto con el fin de usarlo como reclamo, y te puede servir para atraer a gente que no se había planteado ir a tu restaurante, o directamente no lo conocía, el problema es cuando la gente acude atraído por un determinado ahorro o promoción que después está muy lejos de ser cierta, esto en mi pueblo tiene un nombre.
Detallo en que consistía la supuesta promoción: por 39 €, supuestamente adquirías un menú valorado en 90 €, compuesto por 3 primeros al centro, un segundo a elegir, y un par de copas de vino, namás, sin postre, sin pan, y vino así asá, el problema consiste en saber que les lleva a valorar en 90 € dicha oferta, cuando en el propio restaurante disponen de menús cerrados, casi iguales al ofertado por unos 26 € por persona, con la salvedad de que incluyen, el vino, el postre y el pan (a 3,20 € de dos raciones, que consistieron en un puñetero cesto de pan con 3 rebanadas, a euro la rebanada, muy bueno eso sí), consiguieron que vaya, lo que han conseguido es que no vuelva, por muy razonables que encuentre dichos menús. De hecho, se podría calificar de cocina de autor / casicreativa low cost.
Al tema. El sitio es acogedor, moderno, con una bodega climatizada vista, integrada en la sala, lo mismo que la cocina, que está vista gracias a un enorme ventanal. Montaje de mesa a base de caminos de mesa, incluso este se puede calificar de low cost, aunque con un resultado razonablemente bueno para la inversión. El servicio es (muy)cercano, familiar, llevado con fresura por dos chicos jóvenes, abstenerse quien quiera distancia entre el personal y el cliente, aunqeu es respetuoso en todo momento, y están atentos a cualquier solicitud.
Carta de vinos floja, floja, predomio aragonés, con vinos ya muy comunes en todos lados, y los del resto de comunidades no pueden ser más tópicos. Precios caros, alrededor de los 8 € de sobreprecio. Nosotros nos decantamos por un Marboré a 24,8 €, abierto y dejado en la mesa, que no es algo que me moleste, si es que está en mal estado ya se lo haré saber, pero hay quien no lo encuentra tan habitual. El vino blanco de la promoción era Esteban Martín. EL coperío normalucho. Quitando la bodega comentada, todo lo demás no está muy a la altura, aunque si lo dejamos en el perfil low cost del restaurante se puede perdonar.
La comida, al centro:
Carpaccio con lacas de parmesano: bien sin más.
Ravioli de papada de trufa y salsa de ternera: Los míos estaban buenos, aunque la textura de la patata de la que estaban rellenos (yo pensaba que eran ravilis de pasta rellenos de panceta) parecía de haber estado congelado, mi muje rme confirmó que los suyos estaban aun helados.
Arroz con sepia y anchoa: de lo mejor, aunque al arroz le faltaba algo, el sabor a anchoa me pareció original, y estaba bueno.
Los principales:
Bacalao confitado con tomate consanse y cebolleta: producto justito, justito, elaboración bien.
Pato Pekín con velo de cítricos a la miel: Rimbombante nombre para algo parecido a un cofit de pato, pero no estaba mal.
Postre fuera de menú: "nuestra version del coco" con platano,mojito y helado de lemongrass, 6€ por un plato de plátano frito (y ya reseco) con helado de coco. Lamentable, el postre y el precio.
Total, 39 € del cupón, 49 de los extras, de: 25 € del vino, 1,60 del agua (servida en jarra de diseño, pero a saber rellena de qué), 3,22 de 2 de pan, 2,25 del carajillo, 3,75 del quemadillo, 6 del postre, y 7,50 de un Citadelle con FV, buen precio, aunque eso de llevar a la mesa la ginebra ya servida está muy feo.
Estuve hace años, y no estuvo mal, esta ocasión me ha quitado las ganas de volver, y no porque los menús no puedan resultar razonables, sino por las maneras de captar clientela.