Nos costó un poco encontrarlo en el conglomerado de callecitas de la parte vieja de la ciudad.
Un localito pequeño, coqueto, antiguo, con capacidad para apenas 40 personas. Cocina alsaciana de terroir. El choucrout magnífico, nada que ver con lo que se estila en la mayoría de restaurantes y winstubs de la ciudad. Un entrecot de charolais tierno-tierno, jugoso, que me ha hecho superar mis manías hacia esta raza bovina.
Foie Mi-Cuit casero muy rico. Pedimos un surtido de quesos Munster como aperitivo y a la madame casi le da una embolia, le tuve que explicar que en España tomamos queso de entrante, y accedió mirándonos como si fuéramos unos lunáticos.
Del vino poco que comentar, la carta era un imperio de blancos alsacianos con algun Pinot Noir aislado. Tomamos dos jarras de tinto de Burdeos, aceptable.
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