Restaurante Abiss en Calpe/Calp
Restaurante Abiss
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
52,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
domingos noche y lunes
Nota de cata PRECIO MEDIO:
76 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.2
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.0
Comida COMIDA
7.8
Precio medio entorno ENTORNO
8.5
RCP CALIDAD-PRECIO
6.0
Opiniones de Abiss
OPINIONES
6

El gran hotel Sol y Mar se inauguró en Calpe en el año 2007. Supuso un ejemplo más de la modernidad y el afán por la exclusividad y el lujo que impregnaban la sociedad valenciana de aquel entonces, erigiéndose además en el nuevo estandarte hostelero de la ciudad del peñón. Situado en primera línea del mar, con nueve plantas y 327 habitaciones quiso albergar en sus entrañas desde el primer momento un restaurante de cocina de autor que contribuyese aún más a consolidar su liderazgo dentro del competitivo mercado hostelero de la ciudad.

El restaurante del hotel, el Abiss apostó desde su apertura por la alta cocina y, desde entonces, ha luchado por ganarse un hueco entre las mejores mesas de la Marina Alta. Tuve ocasión de visitarlo una única vez y, de ello, ya hace mucho tiempo, Corría el año 2011 y, en aquel entonces, las impresiones fueron contradictorias: la comida la recuerdo como bastante buena pero el ambiente me resultó demasiado pretencioso y poco acorde a mi manera de ser. No sabría encontrar la causa exacta del no haber vuelto. Quizás es que, a lo largo de estos años, nada me ha llamado especialmente la atención de él: seguía pesando aquella experiencia agridulce, la falta de visibilidad del restaurante, el no tener referencias de él de personas del mundillo gastronómico en el que me muevo… Todo influye.

Hace unas semanas, ojeando las redes sociales, pude leer la valoración de uno de los críticos gastronómicos más conocidos y reconocidos de la Comunitat Valenciana. En ella, hablaba sobre la renovación en la jefatura de cocina y dejaba constancia de la calidad de su experiencia sentado a la mesa del Abiss. Fue el estímulo que necesitaba para volver y, muy poco tiempo después, me encontraba sentado en una de sus mesas un viernes por la noche.

Se accede al restaurante directamente desde la calle por una puerta totalmente independiente a la del hotel y no existe comunicación para los clientes entre las dependencias de uno y otro. En primer lugar encontramos una zona muy luminosa con mesas altas y unos expositores con botellas de vino muy llamativos. Es la zona que denominan Abiss gastro barra y en la que se puede comer a unos precios más bajos que en el restaurante gastronómico (sin ser baratos). A lo largo de esa noche, no vimos a nadie cenar en esta zona.

Sin embargo el salón principal sí presentaba un lleno por completo a nuestra llegada. Sin ninguna duda, dicha sala está concebida para su mayor disfrute en horario diurno. Gran parte del perímetro del salón lo ocupa una inmensa cristalera que, durante el día, debe regalar al comensal unas vistas increíbles sobre el mar Mediterráneo. Me atrevo a pronosticar que, desde alguna de sus mesas, se vislumbrará con claridad la imponente mole calcárea del peñón d’Ifach. Nuestra mesa estaba situada lejos de ese enorme mirador de cristal por lo que no pudimos disfrutar ni tan sólo de las vistas nocturnas al paseo marítimo. Elegancia es la palabra que mejor definiría el estilo del sitio. Mesas vestidas como antaño, separación abismal entre unas y otras, comodísimas butacas, tonalidades claras, uso de la madera, lámparas de diseño, luz más tenue que en la gastro barra… una maravilla del interiorismo que invita a la relajación y al disfrute.

A los mandos de la cocina del Abiss se encuentra ahora Lenin Busquet. Su nombre me resultó totalmente desconocido de primeras, he de confesarlo, pero, al informarme antes de rendir mi visita, leo que ha sido la mano derecha del prestigioso cocinero Óscar Calleja y que le acompañó en la consecución de dos estrellas en el restaurante Annua en San Vicente de la Barquera y, posteriormente, en la primera estrella en el restaurante  Ment de Salamanca. Él y su equipo han diseñado dos menús distintos como únicas opciones a elegir cuando uno se sienta en la mesa del salón principal. Existe la opción de pedir “a la carta” pero me pareció entender que ésta sólo se ofrece en la parte de la gastro barra que justamente hoy no es quien nos ocupa. El menú degustación (60,00 €) incluye tres aperitivos, dos entrantes, un pescado, una carne y dos postres. Por su parte, el menú Experience (75,00 € y que a la par fue el que nos pedimos) se compone de cuatro aperitivos, tres entrantes, pescado, carne y tres postres.

- Los aperitivos fueron: Ostra shiso verde y BBQ; Mousse de butifarra, yema de codorniz y su crujiente; Anchoa 00 merengue y macadamia; Falsa lasaña de chistorra y dátil: Todos ellos, los cuatro, nos parecieron una excelente carta de presentación del restaurante y nos predispusieron para una gran velada. Tres rasgos comunes en todos ellos: el dominio más que certero de las técnicas de cocina contemporáneas, una excelente puesta en escena y, lo que es más importante, una concentración sápida considerable y placentera en cada uno de estos mini bocados.

- Gamba roja en ajo blanco y caviar cítrico: Producto de calidad (la gamba no era XL, pero tenía un buen tamaño) y excelente ejecución, sin pero alguno. Sin embargo, sin tener porqué ser exactamente igual a éste, a uno de la sensación de que es algo ya probado anteriormente, como aquello que se dice de estar ya un poco visto a ojos de aquellos comensales con cierto bagaje gastronómico. Faltó la chispa, la sorpresa.

- Sopa de maíz y foie; Elote y mayonesa de chipotle; Mezcal artesanal: Hablaba con anterioridad de la gran amistad y trayectoria profesional que unen a Lenin y Óscar Calleja. De muchos es conocida la gran influencia que ejerce la cocina mexicana en el famoso chef y, fruto de esa simbiosi entre ambos, también Busquet hace uso de la despensa y el recetario de aquel país. Pequeña trilogía que homenajea a tres de los productos señeros de la gastronomía mexicana: el maíz, el chile y el mezcal. La sopa realmente rica, pero un tanto descontextualizada dentro de este menú.

- Guiso de lubina, chipotle y tapioca ahumada; Chicharrón de su ventresca y caviar: El guiso se asemeja en cierto modo al tradicional suquet  pero con la presencia del cereal que no se conjuga en la receta original. El chicharrón se presenta aparte y gusta más la textura del mismo que el propio sabor.

- Rodaballo, hierbas y su pilpil; Alga codium en tempura: Excelente el pase del pescado con una materia prima de calidad., unos buenos acompañantes y con la textura innovadora del alga rebozada que resulta crujiente y con toques dulzones. De lo mejor de la velada juntamente a los aperitivos.

- Solomillo, berenjena y piñones: Muy buena selección del producto y impecable el punto de cocción del mismo. Sin embargo, el conjunto en sí resulta un tanto simple.

- Nata, hibiscus y frutos rojos: Pase con la clara intención de ejercer como nexo y a su vez de intermedio entre la parte salada del menú y los postres más golosos de éste: refresca la boca, limpia el paladar y lo deja listo para los últimos asaltos.

- Yogurt, chocolate y azahar: Además de lucir con brillo por la presentación, gusta mucho la combinación de sabores que aporta cada uno de los componentes del plato. En la misma línea de ligereza y sutileza que su predecesor. Bien.

- Arándanos y chicle: Tal vez estemos ante el pase más “vanguardista” de todo el menú tanto en su estética y presentación como en el contraste de sabores y matices que vamos descubriendo: ácidos, agrios, dulzones… Muy divertidas las reminiscencias que nos llegan al paladar de aquellos chicles que masticábamos en tiempos pasados.

La carta de vinos es interesante en cuanto a número de referencias como en la calidad de las mismas. Teníamos ganas de acompañar la cena con Belondrade y Lurton, un vino que hace tiempo que no tomábamos. Como no les quedaba, pedimos un Attis Ambaixador 2018 que estuvo muy rico. El trato al mismo fue el que se merece: buenas copas, cata inicial, mantenimiento en frío y rellenado constante de las copas. Con los postres tomamos unas copas de Tokaji 5 puttonyos cuya referencia no recuerdo.

La conclusión final es que en Abiss se come muy bien y que se nota la mano de un cocinero ya curtido y con la experiencia necesaria para comandar un proyecto sólido. Sin embargo, no llego a percibir un discurso o línea conductora dentro del menú. ¿Se trata de cocina mediterránea? Sin duda, pero que se combina sin demasiado criterio con platos de influencia mexicana muy marcada. No se trata de fusión, sino de alternancia entre una y otra corriente y eso, particularmente, me chirría un tanto. Las cocinas de Abiss están a escasos cien metros del mar Mediterráneo, Calpe emana olores marinos por los cuatro costados y goza de una agricultura de proximidad muy interesante. No quiero decir con ello que todos los restaurantes de alta cocina de nuestra Comunitat hayan de apostar únicamente por la influencia mediterránea, pero hay que redondear ese menú y no dar la sensación que se dan una especie de bandazos de un continente a otro. Si se pule eso, creo que el caché del restaurante puede situarse mucho más arriba y tal vez conseguir esos reconocimientos tan anhelados que toda casa de comidas gusta tener.

Suelo ir a Calpe con toda la familia y mi opción allí es la cocina tradicional o los establecimientos que se que se adaptan fácil a los gustos de un niño de 7 años... así que hacía bastante tiempo que tenía la referencia del Abiss pero no acababa de encontrar la oportunidad. Finalmente este agosto llegó la oportunidad de tener una cena con mi pareja y no tuve duda... quería probar que tal este restaurante ubicado en los bajos de un hotel de lujo en el mismo pueblo y muy cerquita del paseo marítimo. Buscando que la cena no fuera muy copiosa elegimos el menú de tapas (39€ sin bebidas). Tomamos:

Lomo de Anchoas Lolin con petalos de tomate confitado. Muy rico.
Sushi de anguila ahumada con mango y aguacate. Excelente, un plato muy rico, sabroso y atractivo.
Ceviche de Pescado de Lonja con Toques Mediterráneos en Textura Crujiente. También excelente, uno de los mejores platos de la noche y con el justo toque de cilantro, que es sin duda el elemento más "peligroso" en su elaboración.
Atún Rojo del Mediterráneo en una Espalda de Vinagre Balsámico de 8 Años. Espectacular, para mi gusto el plato de la noche.
Falso Rissoto de Boletus con Codorniz en Dos Cocciones y Su Velo Gelatinoso. Muy bueno también, aunque las raciones son ajustadas seguramente el plato más consistente, y aunque estaba todo muy bien ensamblado es el que más "pesado" resultaba.
Lingote de Hígado de Pato con Pan de Jengibre y Compota de Manzana. Muy bueno.
Mini hamburguesa de pato con su hígado,acompañado de patatas en salsa barbacoa. Espectacular... y eso que ya no daba mucho más de mí.... Su ajustada dimensión ,al textura y de nuevo el sabor hicieron que acabáramos con el sin problemas.
Con el cuerpo ya bastante saturado aún dimos cuenta de los 2 postres. Me encantó el Daikiri de Fresas, un postre desenfadado y refrescante y aunque estaba muy rico abordé el Volcán Líquido de Avellana con Chantilly de Amaretto, Café y Helado de Salvia bastante saturado. Nada que reprochar al plato pero no me lo pude acabar.
La carta no está nada mal, variada, con extensión media y algunas opciones interesantes. Tomamos un Louro, que acompañó muy bien toda la comida. Buenos cafés (normal y descafeinado) para el final de la velada. El local es amplio, muy diáfano, con gran separación de las mesas y una decoración moderna y funcional. El servicio muy clásico, serio y eso sí muy pendientes en todo momento de lo que nos pudiera faltar. La vajilla y la cubertería modernas y bonitas. Disfrutamos de la cena y espero volver a repetir mis buenas impresiones...

Resulta complicado expresar mis sensaciones despues de la visita a este restaurante. En principio, todo estuvo bien, muy bien, pero hay algo que no acabó de encajar: el postín, la pompa... no sé. Alguna cosa que no me hizo sentir cómodo al 100%.

Sobre la comida no hay ningún pero. Elegimos el menú drassanes (2 entradas + pescado + carne + postre) por 45 €. Se le añaden dos aperitivos cortesía de la casa, pero hay que sumar 2.50 por "pan y cubierto":

- Bombón de sardina ahumada (7)
- Crema de puerro y calabacín (8)
- Salmorejo de remolacha com berberechos (9): realmente refrescante, con un color y textura destacable y con el toque de los berberechos frescos casi crudos.
- Pastel de patata y panceta con setas, daditos de foie y caldo de jamón (10): realmente el mejor plato: riquísimo. Sabores perfectamente ensamblados con una presentación atractiva. Quizás es un plato más de invierno, pero, una vez lo probé, no me hubiese gustado que no estuviese en el menú.
- Tintorera con espuma de hinojo (8): muy correcta, pero sin transmitir tanto como el plato anterior.
- Dado de rabo de buey con geleé de pera (9): Muy sabroso.
- Canelón de plátano con helado de piña (7): presentación y texturas destacables, sabores suavizados, poco rompedores. Postre muy refrescante pero algo insulso.

Nos sirvieron dos rebanadas de pan al principio (aceitunas negras y ecológico con pipas) y ya no nos ofrecieron más. Tampoco lo pedimos, pero, siendo conocedores que nos iban a cobrar 2,50 por pan, ya podrían haber ofrecido otra vez, pues lo devoramos prácticamente al sentarnos a la mesa (con aceite de oliva virgen extra, sales maldon y de Hawai).

Tomamos dos botellas de Clos Maria entre tres personas. La carta es bastante completa y los precios no me atrevo a calificarlos ni como altos ni como bajos (tienda x 2, més o menos). El servicio del vino correcto: te enseñan la botella elegida, descorchan, sirven, depositan en cubitera (por supuesto) y rellenan constantemente las copas (si bien sólo éramos tres mesas).

Sala, decoración, vistas, vajilla, cristalería... estupendas. El entorno se merecería un 10, pero, como comentava al principio, algo no acabó de chocarme en el servicio. Bien el "maitre" (?) que nos recibió, nos acompañó a la mesa y tomo nota de la comanda. También vino a la hora de cobrar. Pero las otras personas del servicio parecían atemorizadas, tensas... como si presintisienen que nuestro grado de exigencia es altísimo. No hay naturalidad, trato cercano... No sé si me explico, pero es aquello que no te permite estar "como en casa". Llega a hacerte sentir mal. No me gusta.

También me resulta difícil calificar la RCP. Si hablamos de comida y sólo comida, la RCP es un poco alta. El producto, si bien presumo que es seleccionado, no es ni de cerca el más caro del mercado. Si tenemos en cuenta la ubicación del salón, la inversión en decoración, el menaje... la RCP tal vez sea excelente. Putuaré con un "Buena".

Restaurante de excelente ubicacion, decorado con buen gusto , pero con un servicio que deja mucho que desear, no se corresponde con el tipo de restaurante.Estuvimos el sabado 12 de febrero, y a pesar de tener la mesa reservada desde hacia tiempo y de que el restaurante no estaba lleno, nos tuvieron unos 10 minutos esperando a que nos dieran la mesa, cuando era muy sencillo, la mesa estaba totalmente preparada , pero la desorganización hizo que todo fueran preguntas.El menu era dirigido por celebarla fiesta de San Valentin, y auque los patlos fuertes, y el postre estuvo muy bien los entrantes no se corresponden con la categoria del sitio,Etuvimos 15 minutos sin que nos sirviesen nada, el vino tampoco lo servian lo dejaban en la cubitera muy apartado y lo teniamos que coger nosotros.Mucha desorganización en la sala, reclacion claidad precio un poco elevada, aunque es lo de menos si el servicio hubiese estado a la altura.

Restaurante situado en los bajos del hotel Sol y Mar, que aprovechando la falda de la montaña le permite tener una buena vista sobre la playa de Calpe. El local es moderno, con buena separación entre las mesas. Recomendables las situadas al lado de la cristalera. Bienvenida en una zona con una pequeña barra y acompañamiento a la mesa. Mesas amplias y bien vestidas. Optamos por el menú degustación, no vimos el resto de la carta ya que el hotel te lo ofrece por un sobre coste de 20€ por comensal al sustituir la cena de la media pensión. La carta de vinos es limitada, clasificada en dos grupos: crianza y corte moderno y un segundo de reservas y alta expresión, dentro de cada uno de los grupos, los vinos ordenados por precio, saltando de una DO a otra y sin indicación de la añada. Referencias contrastadas y precios elevados (Pintia 48€, Aalto 39€). Optamos por este último (2006)que fue decantado y servido a buena temperatura. Copas Schott.
Nos ofrecieron dos entrantes detalle de la casa, consistentes en una crema de tomate suave y una espuma de puerros, servicio de aceite, sal maldon, ahumada y de minerales, y dos tipos de pan, blanco y con aceitunas.
En primer lugar, bacalao en dos texturas, brandada y lascas con gratinado de sobrasada ibérica, plato correcto. Siguió un huevo a baja temperatura con espárragos trigueros y jamón ibérico con caldo de papada, destacable y correctamente ejecutado. De pescado, mabra con salteado de calamaret con bullabesa y su tosta de all i oli templado, bien ejecutado, y buen punto de cocción. De carne, carrillera de buey en dos cocciones con puré de aceite de oliva y asado de verduras, tierna y sabrosa. De postre fondue de chocolate con sus frutillas, original. Invitación a un moscatel para acompañar el postre.
Servicio de sala que debe mejorar, tanto en imagen como en su organización.
Tiene fácil mejorar y le queda recorrido.

Situado en los bajos del hotel sol y mar,donde estabaos alojados,las mesas de las cristaleras disponen de una gran vista sobre la playa de calpe.Escogimos el menu degustacion consistente en una excelente escalivada,gambas al ajillo y de plato un gran arroz con sepia.pero lo mejor estaba por llegar con sus espectaculares postres.Ensalada de fruta y mousse de chocolate DELICIOSA.Con los cafes unas delicias dificiles de olvidar.no se exactamente lo que costo porque entraa dentro de una escapada gastronomica que ofertaba el hotel,solo pagamos la bebida y el cafe.Y para despedirnos una copita de mistela de la tierra

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