Restaurante Dassabassa en Madrid
Restaurante Dassabassa
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
30,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
71 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
4.6
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.1
Comida COMIDA
5.0
Precio medio entorno ENTORNO
6.0
RCP CALIDAD-PRECIO
3.5
El huevo
La prueba
Opiniones de Dassabassa
OPINIONES
8

Acudimos a cenar 2 personas a este restaurante, disponíamos de un bono por valor de 99.90 € y dentro de los restaurantes donde era posible usarlo, quizás este era el que mas interés nos despertaba.

El funcionamiento de este bono, consiste en tener estos 99,90 € para consumir en productos de la carta, excluyendo la bodega y todo lo que sobrepase esta cantidad se abona directamente en el restaurante.

Pedimos 2 menús "Bassa", a 80 € por persona y para beber una botella de Silver Point (36 €), un Pinot Noir neozelandés, recomendación del caballero que hacía las veces de maitre.

En honor a la verdad, hay que decir que ambos, el vino y el maitre, pasaron sin pena ni gloria por la cena.....

El servicio del vino fué un tanto extraño, la botella reposaba sobre un aparador sin abrir mientras un voluntarioso camarero se apresuraba a cantarnos los 2 primeros aperitivos, los cuales terminamos sin tener noticias de nuestro vino.

Las copas, eso sí, adecuadas y el Pinot Noir servido a una temperatura correcta.

De los aperitivos lo único destacable fué una taza de caldo de pollo con tapioca y espuma de queso, servido como si fuera una especie de Capuccino.

El resto, un langostino del grosor de un palillo rebozado en algo grasiento, un esférico de campari, muy flojo y unos chips de yuca.

Comenzamos los entrantes, el problema no es que sean malos o estén mal resueltos, el problema radica en que no transmiten nada, son elaboraciones correctas con ingredientes sencillos a un precio excesivo para lo que ofrecen.

Sandía con sardina (de lo mejor de la cena), Foie Gras con envoltura de kikos (excesivamente frio), huevo con setas, espuma de patata y trufa (el huevo demasiado crudo, las setas no tenían mucha pinta de temporada y si de bote y una espuma algo insípida.

Con los platos principales (la merluza con sésamo, el salmón brulee al miso y el rabo de toro) pasa lo mismo, mucho nombre, buena composición y poca emoción.

El prepostre fué un curioso GinFizz, creo que de apio y es que este es otro de los problemas, en la carta no aparecen explicadas las composiciones de los platos de forma clara y si los camareros por falta de tiempo o por lo que sea, se limitan a decírtelo de corrido al final te quedas solo con la mitad de los que has comido.

De postre una elaboración de distintos tipos de chocolates, que estaba buena.

Para el postre pedí un vino dulce, no me trajeron la carta ni me dieron opciones, me sirvieron directamente un moscatel de Telmo Rodriguez, MR creo que de 2009 (muy rico, por cierto).

Me sirvieron una mínima cantidad en una copa adecuada para un vino de postre, por lo que al final la cosa se quedó en poco mas de un chupito, la sorpresa vino cuando me la cobraron a 5 euros!!, cantidad excesiva para un vino que está sobre los 16 € los 50 cl.

Pedimos un café y un té verde a 3,5 € cada uno.

El servicio de agua costó 3,5 €, un precio relativamente correcto, el problema viene cuando no te rellenan la copa en toda la cena y tienes tú que pedirlo a los postres.

En resumen, una experiencia muy normalita, que si hubiera costado los 111,60 € que tuve que pagar la hubiera considerado un precio normal para un restaurante con ciertas pretensiones e inquietudes, pero que sumándole los 100 euros correspondientes al bono, hace que se convierta en una cena de 211 euros, un precio absolutamente injustificado para lo que ofrecen.

Las raciones son muy justas, pese a ser el menú degustación largo no sales en absoluto con sensación de saciedad, lo cual en sí mismo no tiene por qué ser malo.

Muy recientemente he salido mucho mas satisfecho de sitios muy distintos entre si como Piñera, Europa Decó o Miyama Castellana, incluso en algún caso con una factura sensiblemente inferior.

El Chef se pasó antes de los postres, pero su aparición se limitó a una rápida pregunta sobre la cena y una desaparición fugaz, casi sin tiempo ni de escuchar la respuesta. Yo esto no lo entiendo, nadie obliga a un cocinero a salir a saludar al respetable como si de un torero si tratase, pero ya que lo haces, por lo menos algo de alegría, hombre.

En fin, experiencia correcta, restaurante bonito, materia prima normalita, presentaciones buenas y muy poca sorpresa y emoción con la comida, todo ello con una en mi opinión, mala relación calidad-precio.

Reservamos a través del servicio de El Tenedor por Internet para el "gastrofestival Madrid 2013" en el restaurante Dassa Bassa y en la información de la reserva se recogía el menú y que incluía una botella de blanco o de tinto. Al llegar el camarero que nos atiende (tras soltar una risita) nos dice que no es así, que se trata tan sólo de una copa, que eso es a lo que nos da derecho "el bono". ¿Qué bono?...luego nos enteramos que allí va mucha gente con bonos de esos de las cajas regalo. Ya de entrada se nota que el servicio va a carril. Ante la duda, y por si la memoria falla, compruebo de nuevo lo que venía en la página en la que reservamos. Como no hay cobertura en la cueva en la que está el restaurante, hay que subir arriba. Allí le pregunto a otro camarero que me dice lo mismo, pero a éste le enseño lo que dice en la página y comprueba que pone efectivamente una botella y no una copa. Llama por teléfono a Darío Barrio, el chef y dueño del local, y al colgar me dice lo mismo, que debe ser un error. ¿Error de quien?. Vuelvo a bajar con la cena ya comenzada, y obviamente estropeada por tanta gestión, y aparece al rato el propio cocinero para ver qué pasaba. Le vuelvo a explicar lo sucedido, creyendo que diría que aunque se trate de un error nos pondría la botella, pero no es así. Explica que eso es lo que pasa "por trabajar con intermediarios". La pregunta es ¿quien le obliga a ello?. Y más allá, si el error es del "intermediario" ¿porqué lo paga el cliente?, Y una más ¿porqué el restaurante no se ha preocupado de comprobar lo que se oferta en esa página con la que trabajan?. A todo esto ya nos miraban los demás clientes con la lógica curiosidad. Al propietario del local parecía que se le fuera a hundir el negocio si nos ponía la maldita botella ofertada. Al final y después de un absurdo tira y afloja lo dejamos estar porque parecía que estuviéramos mendigando. Antes de darse la media vuelta apenas añadió con una sonrisa forzada que no nos preocupáramos, que él personalmente se encargaría de que no nos faltara vino. Así que nos quedamos con la copita escasa y la esperanza de que -al menos- la rellenarían en alguna ocasión. Craso error....todavía estamos esperando. Ni rellenaron la copa de vino ni tampoco la de agua en toda la cena, y eso que al final nos cargaron en la cuenta una botella de agua que nunca reposó en nuestro mantel. Al despedirnos ni una disculpa ni una palabra. Una camarera nos cobró y nadie nos dijo ni buenas noches. No preguntó el maitre del restaurante, que sí se interesó por la opinión de otros clientes. Tampoco volvió a aparecer Darío Barrio. Al día siguiente ya habían cambiado en la página lo de la famosa botella, pero guardamos documento gráfico de que se ofrecía (menos mal, no vayan a pensar que estamos locos¡). En cuanto a la cena, nada destacable. Un trozo de pastel de cabracho, un huevo pasado por agua con puré por encima y un pedazo de carrillera, 40 euros. Hacía tiempo que no salía tan cabreado de un restaurante. Prometo hacer más caso a partir de ahora a los demás colaboradores de Verema, porque las críticas aquí ya advertían. Lo que pasa es que la más reciente era de hace tres años y pensaba que lo mismo habían evolucionado. Desgraciadamente no es así. Al día siguiente cenados estupendamente por 25 euros en el Café de Oriente sin tanta historia...y sin debate.

  • El huevo

    El huevo

  • La prueba

    La prueba

Visita navideña a Madrid y decepción. Conocí al chef Darío Barrio a través de cuatro televisión y me decidí a reservar. Local bonito ubicado en un sótano cercano al Palacio del Marqués de Salamanca, aunque algo frío
. Pedimos el menú ejecutivo que consistio en Sopa de cocido y garbanzos por un lado y pastel de cabracho y arroz negro por otro. Primero unos originales aperitivos.
En cuanto al resto de la comida destacar únicamente el pastel de cabracho ,lo demás muy normalito al igual que el postre. El servicio atento pero distante, decir también que solo eramos dos mesas un sabado a mediodía. Esperaba mucho más la verdad.

Me invitaron a cenar por temas de trabajo. El entorno adecuado, aunque un poco frío.
La comida... no recuerdo ningún plato, nada a destacar, pero todo en muy poca cantidad.
Dario Barrio, por encima del bien y del mal en la sala.
La cuenta... menos mal que me invitaban a cenar, que si no me da un infarto del disgusto.

Seis personas acudimos a cenar, en una noche de viernes., la recepción consistió en pregunta del nombre al cual estaba la reserva, sin ni siquiera dar las buenas noches.

El local, ya está definido por mis compañeros que me han precedido en los comentarios previos, mesa amplia, retirada de las prendas de abrigo por parte del personal con desgana.

Tras revisar la carta, optamos por uno de los dos menús, que constó de: Gin Tonic con parmesano (no me dijo nada), atún con pimientos (demasiado frío), tartar de atún con mango (cumplió), merluza con caldo de pescado (a mí me gusto, circunstancia que no se dio en toda la mesa), y cochinillo confitado con una base de naranja (prefiero el cochinillo con otro tipo de reparación). Postres…………

En conjunto, la comida con un aprobado, sin poder resaltar en lado positivo y desde luego sin llevar a nuestras casas un recuerdo de algo destacable.

Carta de vinos alta en precios, de las habituales en denominaciones, optando por un Abadía Retuerta, del que no recuerdo el año, dado la poca ilusión que el capítulo del vino género la mesa. Mal servicio del vino, dejando la botella alejada, sirviendo ocasionalmente y la segunda botella con las mismas copas, pero lo más lamentable fue servir vino de la segunda botella sobre contenido en copa previo de la primera.

El responsable de sala, parco en explicaciones, y cuando se los solicitábamos que nos cantase el plato dado el tipo de cocina, lo realizaba de forma desganada y atropelladamente con lo cual nos quedamos sin saber lo que habíamos solicitado.

Darío Barrio, estuvo durante todo el tiempo de la cena en el restaurante, saludando con sonrisa a toda las mesas, deteniéndose de forma prolongada en algunas e incluso recogiendo platos. Lo cual por muy cercano que sea el responsable de un local y cocinero, no me pareció propio.

El momento lamentable de la cena, fue los postres donde tras pedir Gin Tonic de Citadelle, a los cinco minutos acude un camarero comentando que no dispone de ese tipo de ginebra y tras optar por otra (de las habituales clásicas) sin preguntarnos el tipo de copa o vaso, nos sirve directamente la combinación con un agua tónica Nordic, tras solicitar otro tiempo de tónica, réplica que no dispone de tres posibilidades y sirve sin escuchar.

La despedida del restaurante fue tan pobre inexistente, como que tuvimos que directamente recoger de los percheros nuestros ropas de abrigo, sin que nadie se inmutase y lo que el más grave sin que nadie comprobarse que correspondía a nuestra propiedad lo que nos llevábamos.

En conjunto, nuestra sensación fue muy desagradable, comida de tipo catering, servicio desmotivado con ganas de acabar, cocinero en la sala pero sin transmitir ni interesarse por resultado de su cocina.

Posiblemente no entramos en el patrón de cliente, de gustar ver y ser visto, sin dar importancia a la cocina ni al servicio.

Antigua carbonería en los sótanos de edificio del XIX o así. Pareces abovedadas de ladrillo pintado de blanco y un casi lleno en martes por la noche. Menú degustación que consistió en gintonic con soja y espuma de parmesano. Muy rico. Ventresca de atún escabechada con pimientos asados. Buena, pero que no emociona. Tartar de atún con helado de mango y pimiento de padrón. Impresionante. Merluza con tallarines de arroz y caldo de pescado. Muy sabroso, pero la merluza a gusto guiri, O sea bien hecha sin estar seca. Cochinillo deshuesado, metido en molde rectangular con la piel crujiente como debe ser. Muy rico. Postres buenos, pero prescindibles y un blanco Etcétera correcto incluido en el precio. Copas spiegelau y carta de vinos con suficientes referencias y correcta para el nivel del restaurante
Darío Barrio, al finalizar el pase, muy amable charlando con todas las mesas y recogiendo impresiones de los comensales.

Entorno muy atractivo, pero con un resultado final decepcionante. Elegimos un menú degustación, y el maitre nos dice que no nos lo recomienda, que para cenar es demasiado abundante. Insistimos en ello y aunque en general todo estaba bueno, de abundante nada, los platos todos miniaturas, quedandote con hambre y con la sensación que querían colarte platos más caros.

Mención aparte el vino. Elegimos un cava de unos 25€ y nos dicen que no les queda. le pido al maitre que entonces qué nos ofrece y me recomienda otro cava de ¡60€!. Hay que tener cara, si no tienes existencias no lo ofrezcas y si lo haces debes dar un sustituto a un precio similar. Finalmente revisamos la carta y optamos por un cava de 35€. Vuelven y nos dicen que no está frío y que hay que darle un golpe de frío en la cubitera.

En resumen, mucha fachada, muy fashion pero poca categoria y elegancia en el trato con los clientes. Otro cocinero mediatico que descuida sus fogones.

Las mesas son espaciosas, tienen carta, si bien tomamos el menú degustación, había dos, tomamos el más largo, no maridan el menú con el vino, de hecho el maitre hace las veces de sumiller, las copas de vino son muy pequeñas, si bien cuentan con una carta de vinos amplia y entregan el corcho tras la apertura, el local goza de amplios rincones lo cual otorga comodidad, aunque hace que se echen en falta camareros,tardaron quince minutos en decirnos hola, la carta la retiran una vez tomada nota, con lo cual no puedes ir siguiendo el menú degustación, con lo cual si bien te indican los platos, no puedes ir midiendo el vino y las fuerzas, pedimos un blanco para determinados platos y fue acertada la elección de sumiller-maitre.

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