Puede que haya cambiado de dueños, al menos de servicio seguro, todos los camareros nuevos. La carta también, ahora es un papel plastificado. Incluso las mesas me parecieron diferentes, de madera rústica.
Del servicio quedamos bastante decepcionados, nada de profesionalidad, poca amabilidad, bastante bajo.
La comida en general bien: buen chuletón gallego fileteado para compartir, buena chuleta de buey, bien el pulpo gallega, y mantiene los deliciosos creppes de setas y langostinos. Un aceptable sorbete de limón al cava.
Carta de vinos sin interés, tomamos un Ramón Bilbao para acompañar la carne. Servicio de vinos inexistente, vino caliente que hubo que meter en cubitera. Copas de batalla.
Este establecimiento algún día tuvo buen nivel, pero hoy en día no lo recomendaría. Si caéis por allí, intentad que sea cuando hace buen tiempo y comer en la terraza, muy bonita. La carne gallega salva la visita.
He estado varias veces dada la proximidad de mi anterior domicilio. En la casa de campo, un entorno extraordinario, especialmente en verano, para cenar en la terraza ajardinada. Diferentes salones acojedores en el interior.
Cocina clásica gallega, tradicional, con buena materia prima. Destacaría esas filloas rellenas de setas, el rodaballo, pulpo con cachelos, chuletón a la brasa... La carta es amplia, con bastante marisco cobrado según el peso.
Vino: una carta con vinos tradicionales, de diferentes precios. Tirando a lo económico, un Finca Resalso de Emilio Moro, o un alvariño de la casa suelen acompañar bien. Copas normales. No es barato, pero es que hoy en día es cada vez más difícil encontrar este tipo de establecimientos, sobre todo en ciudades como Madrid.
Hemos comido en este restaurante y nos ha sorprendido tanto desde el servicio hasta la comida, siendo esta desde los tipicos platos tradicionales hasta una cocina un tanto creativa, tratando con gusto la materia prima que se nota de muy buena calidad. No entendemos las criticas vertidas sobre este restaurante, siendo sin duda alguna una mala interpretacion del buen comer. Un restaurante para volver.
Un servicio extraordinario eso si la materia prima bastante buena, lo unico que deja mucho de desear es la cocina, pena de materia prima mal elaborada,pienso que los cocineros se deberian dedicar a otra profesion ya que la primera vez pense que mala suerte pero la segunda tambien,mala cocina,no encaja calidad - precio,eso si el servicio amabilisimo y bien atendido.
10 para el servicio
-3 para la cocina
Muy flojo, prometia por alguna referencia que tenía pero la decepción ha sido total. Los chipirones en sus dos elaboraciones, encebollados y con habitas, insipidos, el pimenton del pulpo demasiado picante, el arroz con bogabante fuera de punto, en fin, no se si ha sido mala suerte o es que es la norma. El servicio de sala deja bastante que desear, la carta de vinos no coincide con las existencias, como anecdota, con la tarta de chocolate con chocolate cliente me he abrasado (literal), penitencia por esta nota, supongo. 200.-€ 4pax. (1 Viñas del Vero merlot 14.-€)
En la casa de campo. Carta de vinos algo corta y clásica. Malísimas copas. No nos dieron a probar. La temperatura es lo único que se salvó. Tomamos Mantel blanco 2005 y luego Fillaboa 2005. La comida bien pero nada sobresaliente. En mi opinión mala RCP. Tomamos (para 4 comensales) parrillada de verduras con romescu (lo mejor), milhojas de calabacín con mollejas y reducción de módena, pulpo y filloas rellenas de gambas, setas y trigueros. De segundo merluza y rodaballo a la gallega, que nos pareció que estaba demasiado hecho, aunque se veía buena materia prima. De postre carpaccio de piña con helado de violetas (muy rico). Puntuaría 3.5 tanto en comida como en entorno (vistas al pinar). Salimos a 60 euros.