Restaurante Bodega Casa Montaña en Valencia
Restaurante Bodega Casa Montaña
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
11,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingo noche
Nota de cata PRECIO MEDIO:
31 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.5
Comida COMIDA
6.3
Precio medio entorno ENTORNO
6.6
RCP CALIDAD-PRECIO
5.8
atun y pan
puerro
bacalao
michirones
pimiento
solomillo
Opiniones de Bodega Casa Montaña
OPINIONES
92

Un local que forma parte de la historia de la ciudad y que su estética no ha cambiado (ni falta que hace) a lo largo de los muchos avatares que han habido en la ciudad (buenos y malos). 

Tras la mañana en el Encuentro Verema y tras varias catas de vinos, se plantea una comida de tapeo (sin vino) y volver a la faena. ¿Local? El de toda la vida, y allí me voy, a la aventura de sin reserva y sabiendo que va a estar lleno. Pero hay una ventaja y es que hay muchos pequeños espacios (y mesitas altas) en los rincones y pasillos del local. Hubo suerte y buena gestión por parte de Alejandro, imagen viva de su padre hace 30-40 años, me ponen en el pasillo junto al jamonero.

Para beber hay mucho vino donde elegir pero toca cambio de tercio: un doble de cerveza de barril bien tirado. Para comer me voy al menú degustación de tapas clásicas; a saber:

. atún rojo del Mediterráneo marinado a las 7 especias: un par de lonchas de excelente atún sobre un AOVE y especias. Evidente mente hacía falta pan y vino con un pan rústico de tetilla de alta hidratación. Muy recomendable.

. puerro templado en vinagreta de verduras: buena materia prima que hubiera merecido un mejor cuchillo para no tener que destrozar el puerro. Bien.

. pimiento del piquillo relleno: otro clásico aunque no de la primera época. Bien.

. habas estofadas (michirones): seña de identidad de la casa de toda la vida (y ya se va acercando a celebrar 200 años). Perfecta textura, buena cocción, punto picante que puedes potenciar mojando pan en la salsa. Imprescindibles.

. solomillo de vacuno especial trinchado con ajos tiernos: buena materia prima, punto de la carne (no preguntado) pero medio correcto. Muy bien.

. trufa artesana de chocolate y bastón de pastel de Huesca de crema de avellanas y almendras: una pareja de baile de postre aunque poco interrelacionadas; por un lado el pastel de Huesca (en realidad, siempre llamado pastel ruso pero que ahora parece incorrecto políticamente) bien elaborado en pequeña ración; por otro lado una potente y de buen tamaño trufa de chocolate de elaboración perfecta de textura y potencia de sabor. Para comerse un pozal de ambos y eso que no soy de dulces.

Un buen café final y la espalda ya va pidiendo cambio postural, así que de nuevo al tajo que hay bodegas que visitar en el Encuentro Verema 2023.

Me encantó ver que los sitios buenos siguen vivos y me encantó volver a pasar por debajo de la barra del bar para entrar a comer.

  • atun y pan

    atun y pan

  • puerro

    puerro

  • bacalao

    bacalao

  • michirones

    michirones

  • pimiento

    pimiento

  • solomillo

    solomillo

Hace dos años fuimos a este lugar de buen beber y comer y acabamos muy contentos con el servicio y la calidad. Así que me llevé a dos amigos que no habían estado.

Como imaginamos, estaba hasta las trancas, y eso que eran las nueve menos diez. Nos comentan que ne media hora más o menos tendríamos mesa, que hay muchas reservas, así que decidimos tomar unas cañas en la calle, charlando animadamente. Y cada vez llegaba más y más gente. A los 45 minutos entramos y preguntamos (con bastante buen tono) si faltaba mucho, porque se hacía tarde y ya la jambre (aunque no era mucha) ya apretaba. La camarera, que iba desbordada, nos dijo que en nada nos preparaban un sitio en la barra que había quedado vacío. Le dimos las gracias y le comentamos que se lo habíamos dicho por que si faltaba mucho íbamos a otro sitio, que se hacía tarde y ella, muy amablemente, nos sonrió y nos dijo que era normal.

Llegamos a la barra y pedimos una copa de Aranleón, una de tinto que no recuerdo y una de manzanilla pasada. Nos sacaron la carta bastante rápido, con muy buena atención. Pedimos ajo arriero, una de bravas de secano (plato grande) y atún marinado a las siete pimientas. Mientras esperábamos (que no fue poco), el camarero que teníamos delante, empezó con un pequeño circo, ya que no paraba de quejarse, de protestar a sus compañeras, de poner mala cara y con unos cuantos momentos de tensión bastante desagradables. Además, cuando le pedías algo, pasaba bastante, ya que para pedir la carta de vinos tardó un cuarto de hora y para que nos sacara otra copa de manzanilla y un par de cañas nos tocó decírselo dos veces a él y luego a su compañera, que es la que nos trajo la comida, que nos comentó que el encargado de la bebida era él. Al comentarle que se lo habíamos visto dos veces, puso una cara de poker, pero se notaba que llevaba un cabreo importante, con lo que le dijo que sirviera ya lo que le habíamos pedido. 

Bueno, que el servicio ese día no fue el mejor, pero la actitud del camarero fue lamentable. El resto de sus compañeros iban desbordados, pero intentaban sacar todo el trabajo que podían con una sonrisa.

Mentiéndonos en harina, las tapas muy ricas, aunque escasas, como ya se comentado, sobre todo el atún, que lo recordaba de mayor tamaño y cantidad. EL ajo arriero tremendo, sabroso, con la potencia controlada. Lo mojamos como locos con un muy buen pan. Las patatas perfectas de cocción y sabor, con una salsa ligera tipo mahonesa y la brava picante intensa. Muy sabrosas. El atún, estaba especialmente picante. Demasiado, quitándole el sabor al pescado. Buen aceite lo bañaba, pero demasiado picante y escaso.

Los vinos servidos a buena temperatura, con copas correctas y buena cantidad y precio.

Como resumen, es un sitio para visitar, pero mejor en fechas no muy señaladas como el encuentro Verema, porque el servicio se resiente, aunque ciertas actitudes son inaceptables.

En la sala de catas con mesa y sillas altas y con la bodega y almacén de botellas como decoración nos juntamos para cenar el grupo de Leñadores surgido en Montreal hace unos años y que mantenemos algún encuentro que otro.

Lugar bien conocido, que abre lunes noche y que estaba lleno, incluso completo. Carta de vinos muy pero que muy amplia con mucha variedad de precios, sabores y colores lo que permite siempre elegir algo interesante. Carta de comidas fundamentalmente orientada a las tapas y raciones aunque también hay platos principales; al ser lunes muy limitadas las opciones de mar salvo marinados.

Decidimos compartir al centro:

. 1 filete de anchoa por persona: plato imprescindible. Tamaño medio, perfectas de curación y sabor en un buen aceite. Muy recomendable, aunque supo a poco.

. 2 x patatas bravas: clásica presentación de cilindro de patata bien cocida y luego pro freidora: buenas salsas. Recomendables.

. 2 x michirones: un clásico del lugar: son esas habas cocidas con su punto de condimento.

. 2 x atún marinado a las 7 pimientas: menos picante de lo que aparenta y bien de sabor.

. 2 x tomate (sin ensalada): buen tomate maduro, pelado y sabroso. Recomendable.

. 2 x cecina: perfecta de maduración servida en aceite ligero.

. 2 x longanizas y chistorra: bien de fuego, sabrosas

. 2 x solomillo trinchado con ajos tiernos: demasiado hecho pese a pedirlo al punto o menos, bien de sabor y tierno.

. 2 de queso: mitad de manchego curado y mitad de Almedijar: ración muy ajustada; los quesos bien de sabor y textura.

.. 1 capricho a titulo personal de pimiento relleno: referido como correcto

Para postres: fruta, canutillo de Idiazabal, Pionono, tocinillo de cielo. Raciones más que individuales en tamaño y bien en general todos ellos.

Dos pases de pan. unas cervezas de entrada más una manzanilla pasada de padre desconocido por estar traido servido y un vermut propio de la casa, además de 3 botellas de agua grandes..

En el apartado de vinos empezamos con Lalama 2012 y seguimos con El Esquilon canario que gustaron y mucho.

Finalizamos con unos cafés, sin extras.

Las sensaciones son de un lugar para tapeo clásico, sin sorpresas, con materia prima correcta y donde el vino es un aliciente importante.

 

De nuevo un evento de presentación de vinos con tapas de compañía sirve de excusa para volver a un sitio con solera en Valencia.

En la mesa de catas de la parte trasera de la bodega-restaurante con lleno completo (más de 40 asistentes, un poco apretados) y con unas explicaciones de cada vino por parte del maestro de ceremonias Joaquín Parra, se van sirviendo los vinos y tapas:

. Gilda, tan simple como bien hecha. Vino: Santiago Ruiz 2015 muy floral, ajustada acidez.
. Berberechos frescos de Ría al vapor: bien elaborados y buen tamaño. Vino: Martín Códax 2015: demasiado verde, mucha acidez.
. Atún marinado a las 7 especias: plato de la casa y esta vez sin excesos de pimientas; acompaña con ensalada de tomates seleccionados de temporada que resultaron de lo mejor de la cena, pelados, carnosos, sabrosos, tersos pero maduros. Vino: Conde de Valdemar Finca Alto Cantabria 2015: un blanco de Rioja fácil, barato, poco expresivo en nariz.
. habas (michirones) condimentadas y patatas bravas de secano: los que tenemos más años Montaña es sinónimos de habas cocidas aunque esta vez eran demasiado pequeñas para lo recordado; las patats bravas en presentación clásica del lugar a dos salsas (tabasco y alioli). El vino: La Miranda de Secatillas 2014 un Viñas del Vero que intenta sacar cabeza después de los destrozos ocurridos en esta D.O.
. pimiento de piquillo relleno de bacalao: bien elaborado. Vino: Quinta de Quercus 2013, hermano pequeño de un gran vino.
. montadito de brandada de bacalao: sobre una tosta de pan un buen bacalao. Vino: Inspiración de Valdemar 2012, muy astringente y que se beneficiaría de un tiempo más en botella.
. solomillo de buey ¿? trinchado con ajos tiernos: tan bueno como escaso. Vino: Verum 2011 arrancó algo cerrado y ácido pero ganó con el tiempo; hubiera merecido la pena abrirlo con más tiempo.
. trufas de chocolate caseras: muy buenas con un poco de Verum que llegó al remate.

Un extraordinario pan y un aceite que no llegó a nuestra zona, más un café final a demanda, completaron la fiesta sobre todo para los que en el sorteo de alguna de las botellas probadas tuvieron la suerte de ser agraciados y llevarse un souvenir a casa.

Aprovechando una visita relámpago a Valencia,antes de marchar,decidimos por dar una vuelta por este barrio con tanto carácter y personalidad para terminar de una bonita manera en este precioso local que a estas alturas no voy a descubrir.
No teníamos mucho tiempo así que fuimos directos a las mesas altas.
Pedimos unas cuantas cosas que gustasen también a mis peques.
-Patatas bravas de secano.
Unas buenas patatas de tamaño considerable con las salsas brava y ali olí a parte,cosa que agradeció mi hija.
-Cazuela de sepia amb ceba.
Buen guiso,con la sepia tierna y una salsa sabrosa.Me recuerda mucho a uno que hace mi madre,pero con calamares.
-Boquerones en vinagre.
Unos buenos lomos bien aliñados sin estar muy subidos de vinagre.
-Atún marinado a las 7 especias.
Unos buenos trozos de atún con el toque indudable de las especias que aún así no tapaban el buen producto.
-Michirones.
Buen estofado de habas con una salsa bien concentrada.
-Queso Sierra de Espadan.
Buen queso en buen punto sin irse a esas notas animales que a veces se encuentran en este queso.
-Pastel ruso.
Para terminar con algo dulce,elegimos este sutil pastel con una buena crema pastelera acompañado de almendras y avellanas que conjuntaban muy bien.
Para beber nos decantamos por un fresco y sencillo cava Vera de Estenas.
Un sitio mágico donde tuvimos el gusto de ser atendidos por Herve que para más placer es de un pueblo no muy lejos que el de mi mujer.

Dentro de la intensa semana de promoción en Valencia de los vinos de Xerez, se produce una reunión de maridaje de los jereces de González Byass.

En la mesa de catas de la bodega-restaurante y con unas buenas explicaciones por parte de la bodega, se van sirviendo los vinos y los platos:
. aceitunas manzanilla de aperitivo con el fino emblema de la casa Tio Pepe
. jamón ibérico de bellota con amontillado viña AB con mucha presencia de frutos secos (almendras) y elegante
. atún marinado a las 7 especias con oloroso Alfonso, una delicia de frutos secos (avellanas), fruta cítrica siendo mas goloso, más cálido y más corto de lo que recordaba
. solomillo de buey trinchado con ajos tiernos con palo cortado Leonor, un vino goloso, almendrado, con personalidad
. torta de la Serena con Solera 1847, un cream muy interesante y a un precio imbatible
. trufa artesana de chocolate con Nectar PX, un clásico de los dulces de postre, balsámico, punto cítrico, acidez mínima, mucho cacao.. para disfrutar a pequeños sorbos.

Muy destacables los vinos y regular la parte sólida con un buen producto en el jamón, una sobrecarga abusiva de las pimientas (parecían 70) en el atún marinado, buena carne pero servida fria y el resto cumple sin más.

Todo ello con un buen pan loncheado. Buen aceite Oro de UñaAgua Les Creus.
Buenso cafés finales

Salimos de un evento, por la noche, cerca del Cabañal y nuestra pareja de acompañantes nos indica ¿ Y por aquí cerca, no conoceréis algo que quede cerca, para picar algo antes de ir a dormir???

Pues sí, nos viene uno...

Lunes noche, Valencia, y tienes que esperar casi media hora para que te den mesa...

La verdad es, que para mí, y reconozco que es un gusto personal y del que muchos podrán discrepar, que Casa Montaña, es un local, excepcional, fuera de lo común en Valencia y que destila historia. Acaso no hay locales así en España?... Pues claro, pero el problema ,es que en Valencia, hay muy pocos...

Y si en un local de estas características, encima ,lo vistes, con un mesero con acento francés y una maestría en sala, cual José Tomás, pues la experiencia se convierte en una experiencia ciertamente divertida y muy satisfactoria.

Comimos varias tapas a compartir para cuatro; habas estofadas, buñuelos de bacalao, atún con varias especias, revuelto de trigueros, brandada de bacalao" lo mejor", ensalada de atún, mermelada de pimiento verde con queso de cabra y un par de postres.

Tomamos una cerveza previa , junto a un agua grande, un vino blanco muy digno , Cullerot , por sólo 10,5€ de Pablo Calatayud.

PD: En el servicio del vino valoro la selección de referencias y los bajos márgenes aplicados a ellos.

Y allá que fuimos después del palizón de l'Espai a picotear algo en un sitio emblemático y muy cercano al Hotel Las Arenas (nosotros dormíamos en un hotel cercano, que no nos llegaba el presupuesto xD).

Entramos y tuvimos la suerte de que una pareja se marchaba ya y ocupamos una barra lateral. Un vistazo rápido a la carta y con alguna cosita en la mente de comentarios anteriores que quería probar.

Pues ahí que pedimos unas patatas bravas de secano, con una patata de mucha calidad, diferente a las que suelo probar, pero con una salsa que no me transmitía mucho. Después seguimos con un atún marinado a las siete especias, que no encantó, con un atun fresco, sabroso y unas espcias que no saturaban en absoluto. Materia prima de primera. Continuamos con un ajoarriero sabroso, sauve, cremoso... Junto con el atún y la compañía, lo mejor de la cena. Y rematamos con unas anchoas que nos habían recomendado, de buen grosor, pero bastas debido a sus espinas. Eso sí, de sabor riquísimas.

La cena la acompañamos con una cerveza y una manzanilla mientras esperábamos la comanda y seguimos con un Lalama 2009 que estaba en un momento de consumo tremendo. Temperatura, servicio y precio del vino correctos.

Un local al que hay que ir sí o sí... pero con no mucha hambre, porque las raciones son muy justitas (y eso que nosotros llegamos sin mucha hambre). El servicio muy cercano, alegre y atento.

La proximidad del establecimiento en la zona en la que estábamos por un lado y por otro el perfil de restaurante que andábamos buscando para cenar en la noche del Viernes, nos llevaron hasta este afamado lugar con un buen número de entradas en esta web.

Nos sirvió para conocer algo el barrio del Cabanyal y darnos un paseo. No habíamos reservado y al llegar vimos un local muy concurrido de claro orígen veremero donde abundaba claramente el consumo de vino frente al de la cerveza. Nos apuntamos a una lista de espera e hicimos tiempo tomando una cerveza en la puerta hasta que nos llamaron unos veinte minutos más tarde .

La gran afluencia de público había agotado parcialmente las existencias culinarias , algo que en parte nos limitó a la hora de elaborar la comanda. No entraré a describir la fisonomía del local, puesto que ya está recogido en comentarios anteriores. Como lo que pretendíamos era hacer una cena ligera y desenfadada a base de tapas o platillos (aquí denomidados platos o platitos en función de su tamaño), relevamos a un segundo lugar la comodidad del emplazamiento asignado. Lo que vino después queda así:

Habas estofadas

Pimientos de Guernica

Alcahofas plancha

Atún Marinado a las siete especias

Boquerones fritos

Montaditos de escabechado y berenjena

Todos ellos en general bien resueltos, aunque mi desconocimiento en las habas o michirones que nos pusieron me impiden discernir si el tacto algo basto que encontramos en ellos son propios de una descuidada elaboración o por el contrario es lo normal.Resultado: el platillo que menos nos convenció, aunque su salsa si nos gustó.

Para beber optamos por un Riesling Essence 2010 del Mosela servido razonablemente bien.

Destacar que tiene una notable carta de vinos tanto en variedad como en los precios: más o menos razonables (dependiendo de referencias) y que el servicio mantuvo el tipo a pesar de estar al límite de desbordamiento. También apreciamos que las raciones no son excesivamente copiosas, lo que probablemente una cena o comida con enjundia incrementaría de manera sustanciosa la factura.

En general nos llevamos una buena opinión a pesar de haberlo visitado en circunstancias algo "adversas".

Acabada la visita al Encuentro Verema de Bobal de DO La Manchuela, se hacía necesario un complemento sólido, mejor de tapas y cercano. Nos encaminamos hacia un local clásico y consolidado. Un sitio con mucha personalidad y que no debe dejar de enseñarse cuando algún amigo/familiar viene a Valencia. Montaña is different.
Casi nos quedamos fuera por no reservar y aunque era muy pronto para cenar, ya llegaban los que hablan raro y comen pronto. Llama la atención la soltura del servicio con el inglés, incluso con un muy correcto acento inglés que ya quisieran TODOS nuestros jefes de estado que hemos disfrutado en la democracia.

Al final, ocupamos una mesa, que seguro que doblarían a nuestra salida tan solo 70 minutos después de que nos sentamos, pues el servicio fue rápido, eficiente, amable, con buenas recomendaciones y en ese buen equilibrio entre servicio y cercanía. Vimos la bodeguita hasta donde se puede ver, porque las joyas están bajo llave.

Al centro y para tres:
. Habas estofadas: tamaño medio, perfectas de cocción y textura, un poco bajas de "rock&roll" para mi gusto, pero sí del gusto de la mayoría (las otras dos).
. Clótxinas valencianas: ya en plena temporada y se nota, solo hervidas sin salsas, tamaño medio pero carnosas, blancas, tersas.. Momento ideal y preparación sin aditamentos.
. Brandada de bacalao: muy suave (¿demasiado?), para untar pan. Y un buen pan que acompaña siempre recientemente horneado (dicen que cada media hora)..
. Anchoas de Santoña: 6 filetes de anchoas de buen tamaño, muy sabrosas y con buen aceite. Para qué más.
. Sardinas ahumadas: 3 filetes de carnosa sardinas, ligeramente ahumadas y también en buen aceite. El sabor de la sardina intenso.

Elemento líquido:
. una grande de agua les Creus
. 3 vermuts: dos tintos caseros y un Martini Bianco.
Interesante la oferta de vinos incluso por copas. Pero hoy ya llevábamos el depósito lleno.

Postres:
. canutillo de Idiazábal: correcto, bien de sabor en el queso.
. pionono de Santa Fé: típico pastelito de Granada (de Santa Fé, que es donde está la fábrica) pero que por el camino se ha ido secando y quedando mucho menos jugoso (borrachito) que en origen.
. café sólo.

Las raciones deben estar diseñadas para dos personas, para tres estaban justitas. Todas ellas recomendables.
Esta vez ubicados en las mesas altas de los toneles y las mesas de nuestro alrededor, ninguna hablaba español. Y es que aún no eran ni las 9 de la noche y ya estábamos acabando de cenar.

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