Elegante y nuevo local muy céntrico, detrás de la Plaza Mayor. Cómodo y agradable; servicio atento, discreto y rápido, y mantelería, cubertería y cristalería perfectas. Comimos en el comedor del sótano, en lo que eran los cimientos del convento, en una sala abovedada en la que, por decir algo, el fondo musical estaba ligeramente alto.
Comida en la que predomina una materia prima excelente, quizá con algún elemento de acompañamiento falto de "chispa", pero en todo caso una valoración general muy correcta.
Bodega con más de 200 referencias (no podría ser menos estando ahí Lucio del Campo y Henar Puente). Vino presentado, abierto y servido como manda la liturgia y a temperatura perfecta. Vinos de postre por copas.
Excelente relación calidad precio. Dos personas, cafes y copas de Tokaji, 110 €. No es barato, pero tal y como estan las cosas...
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