Comida para cinco en este agradable local del Barrio Gótico con una clientela no turística.
Comenzamos compartiendo croquetas de gamba roja, huevos estrellados con jamón ibérico y pan de coca con tomate.
Como platos principales, canelón de pularda con trompetas de la muerte, un par de risottos de ceps trufados con parmesano y portobellos, fideuá con alioli, y pallarda de pollo a la provenzal con trigueros y parmentier trufada.
Cocina rica a precios bastante asequibles.
No hubo espacio para postres, terminamos con unos cafés.
Carta de vinos interesante de la que elegimos un Scala Dei Garnatxa 2019 (23.50 €) que tomamos en unas muy mejorables copas. No había otras.
Servicio correcto.

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