En el espacio ocupado por la que era la ferretería más antigua de Madrid, y supongo que haciendo uso (de manera magistral por otro lado) de los que eran los bajos y diversas estancias de la Iglesia y Real Colegio Nuestra Señora de Loreto, conjunto derribado en 1882, el experto jamonero Emilio García Ortigosa lidera este interesante y exitoso proyecto gastronómico.
La sola visita a las diversas estancias del local ya merece la sola visita, tras 3 años de reformas. El antiguo mostrador convertido en magistral barra/cocteleria mantiene la esencia (incluido escaparate y fachada) de la antigua ferretería (el único problema es el espacio por el volumen de clientela).
En el restaurante interior imposible no recurrir al corte de jamón EGO, propuesta que consiste en una cata de jamón cortado a contra de las fibras del músculo y que permite descubrir todos los matices y sabores (y aportaciones externas: wasabi pe). Varios precios y distintas opciones, optamos por el 5J (33€). Extraordinario.
Continuamos con las recomendadas “Croqueta de cecina de León sobre polvo de migas extremeñas” (3€ la unidad), muy buenas. Aunque el triunfo vino por la invitación a probar las de jamón. Excelentes, de premio.
Como entrantes cerramos con unos flojos “Degustación de tomates seleccionados por zona”
De los principales, triunfos con “Presa ibérica “5J” macerada en adobo a baja temperatura con aire de castañas” y con la “Pluma ibérica “5J”* a la brasa con puré de boniato”, y ni fu ni fa el “Steak tartare de buey “El Capricho” con chips de tubérculos y pan cristal” y muy flojo el “Arroz meloso de rabo de toro y foie”.
De la carta de vinos, EMILIO MORO 2015 (magnun), un triunfo seguro.
Servicio muy atento y profesional, cocina tradicional madrileña o castiza con toques modernos, en un espacio único que merece la pena visitar y disfrutar.