(En el capítulo anterior de Canción Triste de Hill Street: https://www.verema.com/restaurantes/137391-soma-arrando-madrid)

… y cambió de localización; y el local nuevo es luminoso, amplio, cómodo y acogedor. Con barra arriba y salón abajo. Donde antes era una mesa larga corrida ahora son mesas individuales “corridas”, pues al fin y al cabo el menú sigue siendo único para todos y al mismo tiempo. Es la única manera de poder hacer partícipes a los comensales de la particular historia que tiene cada plato. Qué se fermenta y cómo, y porqué. Este ingrediente y no aquel. Aquella sazón y no esta. Todo siempre contado por Luke Jang. Todo amabilidad , sonrisa y buena vibra; y con quien es imposible no conectar desde el primer momento.

Apenas hace un año de mi anterior visita. En restaurantes con este registro semántico siempre tengo la duda si vuelvo en un plazo tan corto de tiempo. ¿Evolución? ¿Cambio? Prevención.

Mantiene un menú muy similar al que ya conocía y sin embargo hay cambios. Hay platos que me resultan nuevos y otros conocidos. Los picantes han dado un paso más. Los platos que ya conocía han cambiado y evolucionado muy positivamente. Son, ahora, más refinados y elegantes. Todos ellos llenos de matices y equilibrio. Es curioso comprobar como todos los elementos están presentes sin interactuar entre ellos y sin embargo lo hacen. No se complementan, pero lo hacen. Ninguno hace callar a otro. Ninguno guarda silencio frente a otro. Un plato que ya era excelente lo es aún más merced a su refinamiento: Foie marino. Las pieles lácteas se han refinado también. ¡Qué rica la anguila! Los mar y montaña algo desiguales. No me termina de convencer el de mero y jabalí. Sí me parece una excelente idea el de jabalí, chocolate y pasta choux. Los puntos de cocción en los elementos que lo requieren absolutamente impecables. Hay un nuevo postre. Un postrepaisaje lleno de colores y de sabores distintos entre sí. Itero sobre el pensamiento de los elementos, sabores y colores presentes y su interacción-no-interacción.

Bodega. Salto cuántico en este aspecto. Era pelín erial hace un año. Ahora hay carta de vinos que se puede llamar así. Vale, hay algunas cosas que para mi no tienen sentido. Pero no lo tienen para mi, que soy de aquella manera; seguro que sí lo tienen para otros. Eso sí, ahora puedes encontrar unos cuantos vinos apetecibles a precio razonable. En nuestro caso el menú fuese con un Reichsgraf von Kesselstatt Schärzhofberger ’07 que iba pintiparado con este menú. Con su cuerpecito sandunguero, su justa acidez y su envoltura de azúcar residual. Cojín mullido para todos y cada uno de los platos.

Sale uno feliz como un conejo y anotando el volver más pronto que tarde para probar la barra.

El menú son 65 EUR y puedes elegir maridaje. Nos elegimos la botelluca referida que andaba en 26 EUR