Pues eso, no saben si volverán a abrirlo ni cuando.

Una pena

Tenía referencias (buenas, de mi mujer) del local que tenían con el mismo nombre en San Vicente del Raspeig, aunque no llegué a visitarlo.

Ocupando la trasera del Terre (local mas informal y desenfadado con fachada a la Explanada) del mismo grupo empresarial, un pequeño local muy bien resuelto de interiorismo, con unas 6 o 7 mesas para 2/4 comensales cada una y una redonda para 6/8, paneles separadores en latón color bronce que habilitan otros dos comedores privados para 6/8 comensales cada uno, paredes en granito oscuro, buena separación entre mesas y mejor insonorización. Mesas en madera clara vista y, aunque la impresión inicial es de estar algo oscuro, las luces dirigidas sobre las mesas lo hacen muy agradable y más que suficiente para fijar la atención en los platos. Cocina vista (la parte que comparte con el Terre) y prácticos, limpios y agradables servicios.  Buena vajilla, cubertería y copas (diferentes según los vinos y adecuadas a éstos, salvo en el caso del oloroso servido en copa casi de licor en lugar de más apropiados catavinos), con el único "pero" de que no usan mantelería (ni siquiera individuales) y que los vasos de agua (muy ahumados) no dejan ver al servicio si necesitan reponer contenido.

La carta con tres menús de diferente "longitud" comparte varias opciones entre ellos y se avienen a cambiarte algún plato por los de otro si no resulta de tu agrado o preferencia. Cocina con mucha técnica que viene a cubrir un importante hueco en la gastronomía de Alicante ciudad. También ofrece menú de lunes a viernes por sólo 30,- €. Elegimos el menú intermerdio con unos 6 o 7 platillos.

Aunque no recuerdo todos los platos, iniciamos con unos snacks bastante potentes de hueva semicurada de mujol (con una textura y potencia sápida un tanto difícil de asimilar para los habituados a comer salazones mediterráneos) y unos "raviolis" de patata rellenos de crema de ajo asado que nos gustaron mucho pero que dudo que a un público anglosajón llegasen a agradarles facilmente. Creo que seguimos con unas verduras encurtidas sobre un delicado fondo marino, ricas y de muy buena textura. Recuerdo con especial cariño las alcachofas con hongos y verduras sobre un fondo de ¿anchoas? y, aunque creo que me dejo algo por el camino, el final fue un estupendo arroz con trufa negra de fondo de pichón, aunque dejó un resto de aceite en el plato al terminarlo estaba muy bien de punto y rico, seguido del pichón asado con fondo de bogavante (tal vez lo más irregular del menú por el punto un poco seco del ave - probablemente para conseguir el crujiente de la piel-  y el exceso de sabor del fondo marino). El postre una menestra (ceviche según la carta) de frutas con un helado de cilantro con una salsa cítrica que conjuntaba a la perfección un plato de apariencia tan sencilla pero asombroso resultado.

De aperitivo tomamos una cerveza (no recuerdo la marca) y un cava (Clos Lentiscus) ricos. No vi la carta de vinos porque ofertaban una "maridaje" acorde al menú con tantos vinos como platillos (a 30,- €/pack) y nos decantamos por esta opción, con una buena selección de vinos (de un sencillo verdejo vallisoletano -Las Caraballas-, a un estupendísimo chardonnay borgoñés del que no recuerdo el nombre, pasando por un sutil rosado provenzal, un estupendo oloroso -Alfonso- hasta una garnacha riojana -La Montesa-) y con la única nota discordante que el rosado quedó absolutamnte eclipsado por la contundencia del plato con el lo sirvieron (el arroz); por contra el resultado del oloroso con las alcachofas fue de quitarse el sombrero.

Tuvieron el detalle de no cobrarnos ni los aperitivos ni los cafés (a mejorar éstos) con lo que la cuenta resultó a 85,- €/pack (magnífica RCP) con bebidas.

Un local en la carrera por las famosas estrellas que, de seguir así y pulir algún detalle, no tardarán en tener. Muy recomendable.