Junio: mes de bodas y despedidas. Se presentó una de esas, de las segundas, y decidimos bajarnos a Alicante capital para celebrarla. Cuando esto sucede siempre se recurre a lo fácil: contactar con alguna empresa dedicada a la organización de este tipo de eventos, que nos propongan un plan y acordar con ellos lo que más convenga. Se propuso la cena en la Marmarela y aceptamos ir con todas las reservas del mundo. Esos días no se puede ir con el monóculo analizando detalles y lo que prima es la diversión por parte de los asistentes y hacer un buen negocio por parte de la empresa, todo sea dicho.
¡Pues vaya sorpresa, oye! Buenas vibraciones desde el primer momento. Cruzamos todas las terrazas que más tarde alojan una bonita discoteca al aire libre y subimos al primer piso de un edificio donde se ubica el restaurante. Muy chulo. Interiorismo mordernete, mobiliario funcional, buenas vistas al castillo de Santa Bárbara… El personal muy atento y agradable, pese a llegar con más de una hora de retraso. Mesa bien montada para el grupo de quince comensales y menú pactado con anterioridad a precio cerrado.
- Ensalada de tomates, anchoas y aceitunas: sabrosos los ingredientes y suficiente la ración (una ensalada cada cuatro comensales). Buen inicio.
- Jamón de bellota a la catalana: Excelente jamón (no daba crédito) y buen pan con tomate rayado para acompañarlo. Seguimos arriba
- Timbal de escalibada con bacalao: Pues en la línea de los antecesores. Sabor, buena ejecución, cantidad apropiada…
- Coca de pulpo con pimientos de padrón y romescu: La base es una coca de masa finísima, como si de pan de cristal se tratase. Sobre ella la romescu teñida de verde por los pimientos con un punto picante subidito que no convenció a todos. Como remate, unas rodajas finas de la pata del pulpo. Más atrevido que los anteriores.
- El plato principal era a elección de cada comensal entre Lingote de cordero agnei o el Bacalao confitado: Probé de ambos aunque tomé el primero y me parecieron correctos. La carne perfecta: muy bien guisada, deshuesa y presentada. Tierna y sabrosa.
- Brownie de chocolate & cheese cake: Postre resultón que puso broche a una buena cena.
Bebimos cerveza y vino blanco abundantemente, como se pueden imaginar. No apetecía vino tinto aunque en el precio se ofrecía la posibilidad de pedirlo. En definitiva un local muy chic pero que, a diferencia de la mayoría, me pareció bastante honesto. Ideal para cenas en pequeño o gran grupo con ganas de alargar la noche después en el club de abajo. Por cierto, muy coqueta esa discoteca con varias barras, terrazas, piscinas y hasta amarre para barcos. Nuestro yate lo dejamos ese día en casa, jeje.