Restaurante Restaurante-Bar CASERO en Palencia
Restaurante-Bar CASERO
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
12,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
16 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.5
Comida COMIDA
6.3
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
7.0
Opiniones de Restaurante-Bar CASERO
OPINIONES
3

Era un caluroso día de verano y pasamos por Palencia a comer y a visitirla de camino a Santander. Preguntamos por la Calle Mayor a transeuntes palentinos dónde se comía bien y barato; nos indicaron varios sitios pero echando un vistazo por fuera, vimos que no tenían buena pinta, y fuimos a parar al Casero que, mirando el menú, platos combinados, etc... nos convenció.
Subimos al comedor, ya que contaban con aire acondicionado, y allí una camarera muy simpática nos atendió; estaba agobiada porque lo tenían casi lleno, pero aún así nos atendió correctamente e incluso le dio tiempo a dedicarnos una sonrisa acompañada de un comentario amable sobre nuestro hijo pequeño.
Lo que comimos fue pimientos rellenos de bacalao y gambas con salsa curry y salmorejo con jamón de primero. De segundo, lubina a la plancha y un señor entrecot (ambos con su respectiva guarnición). Al niño le pedimos un plato de macarrones (que estaba de primero en el menú). Mientras tomábamos los segundos, unos señores que estaban en la mesa contigua pidieron que si se podían llevar el filete de la señora en un tuper, ya que no podía más entre el vermut que se habian tomado antes y el primero; y la camarera muy amable realizó su petición. De postre, yo pedí un café, mi mujer tarta de queso y mi hijo un helado [al corte]. Para beber pedimos agua, fresca y embotellada que abrieron delante nuestro.
Quedamos muy satisfechos con esta experiencia, porque a pesar de haber jaleo supieron llevarlo; además soy de los que piensa que a un restaurante se va sin prisa y si tanta gente había será porque algo bueno hay.
Además, quiero recordar el detalle que tuvo el jefe cuando bajamos del restaurante de darnos las gracias por comer allí y regalarle un chupachups a mi hijo.
Definitivamente será un restaurante al que vuelva tarde o temprano, no sólo por la comida (luego estabamos para dormir la siesta directamente), sino por la relación calidad-precio y el buen trato al cliente.

Impulsados por las prisas y el recuerdo de tiempos pasados, nos acomodamos en la terraza de este Restaurante tras una ojeada al menú anunciado en la pizarra, a priori bastante correcto por 12 €, pese a que servido en la terraza, tuvo un suplemento (anunciado) de 1€ por comensal. Feo detalle que solo he visto en este establecimiento y que sin duda va en detrimento de la camarera pues, a menudo, será contra su propina.
Tras esperar 40 minutos de reloj en unas mesas sin mantel, sobre las 14.40 horas, la única camarera que atendía la terraza, con unas diez mesas, aprox. nos tomó la comanda, anunciando ya de entrada que el plato estrella del menú (entrecot) se había terminado, sin aportar otro sustitutorio.
Agobiada por las prisas y totalmente desbordada, con su mejor esfuerzo nos entregó los cubiertos juntos (4 servicios) con una cesta de pan, de contenido escaso, ante nuestra sorpresa al ver que no ponía mantel ni siquiera de papel. Sorpresa que fue in crescendo cuando al servirnos la bebida nos ofreció una gaseosa de medio litro abierta y por la mitad de su contenido que, sin reparo nos cambió por una entera tras una expresa solicitud.
Aún tuvimos que esperar otros 20 minutos para que nos trajera el primer plato (macarrones con tomate en un bloque de aspecto poco atractivo, la verdad, aunque medio comestibles, y espárragos gratinados (5 por ración), correctos).
El segundo fue lamentable. Otra media hora de espera hasta que llegó. Bacalao con tomate totalmente frío que fue recalentado a petición. De sabor bueno, pero enturbiado por la inicial presentación. Pimiento rellenos y chuletillas de cordero, un poco escasas. De postre no quedaba lo que a otros comensales habían ofrecido y nos conformamos con el más atractivo de los propuestos, mousse de chocolate blanco, muy rico. Vino de Castilla y León pasable en un menú de ese precio, gaseosa del tiempo (calentorra) y agua fresca.
Muy presionada por la demanda de todas las mesas, la camarera se sintió desbordada y frustrada hasta el punto que lloraba en silencio ante los reproches que otras mesas hacían (dos mesas abandonaron la terraza pese a haber pedido, debido a la tardanza). De su servicio no hay nada malo que objetar.
Por las prisas ya y por evitar más dilaciones pagamos en barra y como yo había pedido café, y no había sido incluido en la cuenta, nos lo cobraron reglamentariamente (1.50€).
Lamentablemente, me defraudó enormemente el recuerdo que tenía de este lugar , hasta el punto que no creo que vuelva nunca.
Bien es cierto que por 13 euros no puedes tener un menú de boda, pero entre Don Juan y Juanillo, hay un término medio.
El pagador de la cuenta se lo hizo ver al dueño/encargado quien, en lugar de reconocer que normalmente se debe de poder comer en menos de dos horas y diez minutos que tardamos y con la comida en su temperatura, contestó agriamente que nuestra opinión era "particular y cada uno puede opinar lo que quiera".

Cena de celebración, a la que fui convocado, pagando claro.
El restaurante ocupa un edifico en pleno centro, en la calle mayor, junto a la estatua que aquí todos conocen como “La Gorda”.
En planta baja, el bar, con barra bien surtida de pinchos, predominando la fritura. Suele estar muy concurrido por la clientela local.
En las dos plantas superiores se ubican las salas de comedor, que en nuestro caso por el número de comensales funcionó como reservado, de agradecer.
Servicio profesional y correcto, atendiendo diligente los requerimientos de las mesas. Vajilla, mantelería y cristalería normales.
Se ofrecieron cuatro entrantes y cuatro platos principales, elegidos a mano alzada.
Me centro en lo que yo tome:
Cogollos con ventresca y anchoas. Eran corazones de lechuga mini, bastantes recios. Discretamente aliñados. Lo mejor la ventresca, sonrosada y suave.
Entrecôte a la plancha con patatas fritas. Estas últimas de freidora. La carne requirió, un cuchillo más contundente.
Se sirvió durante la comida pan candeal en hogacillas individuales. Bien.

De postre, porción de tarta de chocolate y corte de helado nata-fresa. La tarta correcta, el helado languideció derritiéndose en el plato.

Café, en mi caso americano, rico.

Servicio de vino limitado a descorche y centro de mesa (quizás debido al tratarse de una celebración) El que iba con el menú, un Ribera “Campos Góticos”. Fuera de temperatura. Daba notas alcohólicas, así que de acuerdo con otro comensal pedimos un Rioja y nos fue servido un Dinastia Vivanco crianza. Etiqueta original, Gracias a dios que cambiamos. Me pareció un rioja tradicional rico y muy muy correcto, a pesar de estar alto de temperatura aguanto el tipo. Pusieron dos botellas que discretamente acabaron en nuestra zona (oye, pásame esa botella que no es “Ribera”) y de las que dimos cuenta. Aguante la copa de Ribera durante la cena y la nariz daba ya las notas aludidas que no invitaban a su cata.

Precio final: 23 euros. El precio de partida fue 18 e. incrementado por los extras. Muy ajustado a la calidad ofrecida.

Como he estado otras veces, para comidas de menú, y guisos caseros se trata una opción céntrica en Palencia, a precio asequible. Barra recomendable por su variedad.

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