Un excel·lente whisky que me traslada y me da a conocer esa fantástica tierra escocesa que es Islay: un rivete dorado precioso y sobretodo un intenso postgusto largo y perdurante a turba ahumada. Finas notas a algas y farmacia. Es un whisky que crece y madura en botas de bourbon (el primo hermano del whisky, como lo llaman ellos), rehuyendo las botas de Jerez para evitar esos toques más alejados. Merece muy la pena.
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