Cuando pongo a los generosos andaluces aparte, estoy plenamente consciente de

Cuando pongo a los generosos andaluces aparte, estoy plenamente consciente de que que estoy cometiendo algunos grados de injusticia. Definitivamente, dadas mis prácticas culinario-alimentario lúdicas, un fino cae bajo la misma categoría que un blanco seco de mesa, aunque, a decir verdad, el grado alcohólico no es el mismo (no tengo tanto respeto a Zind-Humbrecht como muchos aquí y si bien algunos de lso austriacos que menciono pueden montarse en 13.5% de alcohol por volumen, no es igual al 15% de esas botellitas del Fino en Rama 2000 de Alvear del que tanto estoy consumiendo en estos días).

El utilizar la categoría ";generosos"; es problemático, eso es indiscutible. Ahora bien, no me parece particularmente útil andar hablando de ";antes del segundo encabezado";, etc., pues lo que uno juzga al final es el vino que slae de la botella, caiga en el tipo que caiga. Yo, por ejemplo, no te colocaría un buen madeira, que al final pueda ser un vino blanco viejo o viejísimo con un par de procesos encima que... Bueno, tú me entiendes... La cuestión es que no lo pondría dentor del mismo registro de consumo que un Haut-Brion Blanc o un Domaine de Chevalier Blanc, por ejemplo. No sería justo ni para una parte, ni para la otra.

AHora bien, fuera de todas las avenidas de especulación abiertas al tratar de reclasificar los ahora llamados ";generosos andaluces";, descuida, que en mí siempre tendrán un vigorosísimo defensor (el ";freakie"; que lleva los finos, olorosos, amontillados, tres cortados, tintillas de Rota y PX a los ";jeebuses";, donde la mayor parte de la gente no los entiende y les pone cara rara) que nunca (o por o menos mientras no vaya a hacerlos Michel Rolland) dejará de considerarlos entre los auténticos tesoros enológicos españoles.

M.