Sabeis, amigos, que no soy muy creyente de los rumores pero desde que Antoliano bajó de la montaña con las tablas de Parker mi égida particular hacia un tipo de vinos ha tratado de mostrar mis gustos y añoranzas de ciertos valores que a lo mejor se estan perdiendo amparados bajo los yelmos de mucho bienpensante y paráclito en esto del vino, mucho iconoclasta, y, claro, con todas las dudas al respecto me resulta complejo explicar los nuevos movimientos que se urgan en el mundo de nuestro querido vino. Tenemos muchos vinos que estan dando de sí lo mejor de la tierra, de sus zonas particulares, sus terrenos específicos, castros de buenos productores, pagos o lo que se llama "terroir" etc...y va y me llega la descorazonadora noticia escrita a mano -ya como gesto de reivindicar la auntenticidad del que la promueve como su valiente acto de denunciar lo que expone- de que Bodegas Enrique Mendoza se van, dejan el Mediterraneo, dejan el origen de la vida, nos dejan huérfanos. Y tal vez no sean los únicos en abandonar la sensibilidad de las cosas que hay en ese estilo del vino. Consultadas las fuentes estamos a la espera de los comunicados correspondientes. El documento habla por sí solo. Las cartas echadas...