De: Juan Such
Fecha: 30/12/2001
Hora: 17:02 -0500
Catar un vino es como una anguila que se te escapa de las manos. En muchas catas un vino que parece el mejor posiblemente sólo revela que es el más fácil de entender y que se ha "abierto" antes que otros que pueden tener mayor complejidad o exigir mayor oxigenación.
Pero el colmo de la complicación es cuando el mismo vino pasa por periodos de apertura y cerrazón. La primera vez que leí sobre este fenómeno fue en la Guía de R. Parker publicada en 1995. Al referirse al Chateau Lafite-Rothschild de 1982, Mr. Parker comentaba que lo había puntuado en diferentes ocasiones entre 95 y 100 puntos y dice textualmente: "El vino se cerró completamente después de embotellarlo, abriéndose a mediados y finales de los ochenta, revelando una riqueza fenomenal y la esencia del estilo del Lafite. Recientemente (1994) se ha cerrado otra vez y parece necesitar otros 10-15 años de botella.
¿Habéis tenidos experiencias similares?
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