Peña El Sarmiento

Sobaquillos de verano (III)

Finalmente hubo algunas noches extra en distintas ubicaciones. Después de tomar ese increíble Vega Sicilia 1970 en la sierra, surgió el comentario de que un vino así necesitaba una comida mas contundente que los embutidos y quesos que teníamos en la mesa, así que David prometió abrir al día siguiente el 62 que le quedaba si yo ponía una buena cena. Dicho y hecho. Al día siguiente, puse rumbo al mercado de Chamartín para comprar 3 buenas cortadas de lomo de buey de Galicia, de más de medio kilo cada una y con un aspecto sensacional.

Comenzamos la cena con algunos quesos (manchego y Camebert) y un blanco borgoñón de Vincent Girardin, St-Aubin 1er cru "Les Murgers des Dents de Chien" 2005. Quizás era un vino al que habría que haber dejado mas tiempo en la botella, ya que ahora mismo se mostraba demasiado dominado por la madera. Bastantes frutos secos, algo de fruta blanca y leves toques florales tratan de asomar por medio y la mineralidad se muestra discreta. En boca estaba algo mejor, untoso pero con buena acidez, los tostados algo más discretos y mayor protagonismo mineral. Se podía ver que era un vino de Borgoña pero si que estaba algo maderizado en estos momentos.

Acabé mi copa mientras preparaba los lomos de buey, acompañado de unas setas Shiitake y unas vainas de guisantes. En la mesa se estaba sirviendo ya el Vega Sicilia Único 1962. Escuchaba comentarios, “esta enterísimo!”, “en serio es del 62?”… Creo que en este vino me voy a ahorrar la nota de cata. En verema la podeis ver. Solo diré, que me dio la sensación de estar ante un vino que roza la perfección. A los amantes de las notas, sería un 10, aunque eso se me quedaría corto, un número no puede expresar las sensaciones que despierta un vino así después de 46 años en la botella. Es un vino magnífico del primer al último sorbo. Y es un Ribera del Duero. Quiero decir que es un Ribera que sabe a Ribera, tiene la potencia característica de esta zona, pero expresada con suma elegancia. Creo que es un vino con una gran personalidad que deja claro su procedencia y esto es algo que valoro mucho. Por cierto, con el lomo de buey, combinaba de maravilla. Dejé la copa para ir volviendo a él de cuando en cuando y el vino no se vino abajo en ningún momento. Que final mas largo!

Quedaba una botella de un blanco del Loira que llevaba un rato esperando abierta, se trataba del Clos Rougeard Brézé 2000, Chenin Blanc de este prestigioso elaborador de Saumur, conocido sobretodo por sus tintos. De color amarillo dorado bastante intenso.
En nariz costó abrirse, no por falta de intensidad, si no por falta de complejidad, ya que parecía algo sencilla, fruta amarilla, miel, mineralidad y alguna nota especiada y ahumada. En boca muy bueno y muy largo. Es donde me suele gustar la chenin, tremenda acidez, recuerdos frutales y minerales, alguna nota amargosa y un final muy persistente. Gran vino.

Para acabar la noche, esperaba un brownie de chocolate, armonizado por unas copitas de La Bota de PX nº12. La verdad es que fue otra de las combinaciones de la noche. Los frutos secos y la amargosidad del chocolate del postre, encajaban de maravilla con este PX. Esas notas de caramelo, esos suaves toques balsámicos, el café y la fruta pasa, parecían el complemento perfecto del brownie. Además, con ese untoso paso por boca, con el alcohol tan comedido de este PX, resultó ser un fin de fiesta increíble.

La semana siguiente repetimos Letroncio, Davibrion y yo, esta vez en casa de Letroncio y acompañando los vinos con un wok a base de algas y solomillo de cerdo. De nuevo tres buenos vinos esperaban. Comenzamos en Slovenia tomando un vino de la variedad Rebula, también conocida como Ribolla Gialla en Italia o Robola en Grecia. Una variedad bastante interesante, con una marcada personalidad y que se aparta claramente del perfil de vinos blancos que conozco. A ciegas la puse en el norte de Italia, así que tampoco me fui de mucho. Y es que es una uva que denota frescura, a la vez que madurez. Se trataba del Sveti Martin Rebula 2005. De color amarillo limón bastante intenso, en nariz es fresco, con buena expresión frutal, algo de membrillo, bastante floral y unas notas herbáceas muy agradables. La boca tiene una notable acidez que le da mucha frescura y una mineralidad bien marcada, con un final muy agradable. Muy rico.

Teníamos en la copa desde hacía un rato, para que se fuese abriendo un Hermitage de Delas Frères, el “Marquise de la Tourette” 1998. Elaborado a partir de uvas procedentes de los viñedos de L’Ermite, le Sabor y Bessards, este syrah de libro (con su 15% de Rousanne y marssanne), se elabora fermentandolo en barricas de roble de 1 a 3 años, donde pasa unos 14-16 meses. Que cosa más rica de vino. Aparece con un precioso color rojo picota de capa media-alta y muy brillante. La nariz es de buena intensidad y va ganando profundidad con la aireación. Comienza con mucha aceituna negra y carne ahumada y poco a poco van aflorando notas de violetas, frutos rojos y negros, suaves balsámicos, algo de cueros y buena mineralidad. En boca es un vino magnífico, con potencia, pero comedida y equilibrada, tiene un tanino potente que ya comienza a mostrarse pulido, buena acidez y un recorrido muy bueno. Es muy largo.


Acabamos la noche con otro vino del Loira, otro vino del Domaine de la Sansonnière, el Vielles Vignes des Blanderies 2002. Delicioso vino de Mark Angeli, después de la pequeña decepción del Rosé d’un Jour. Color oro viejo bastante brillante, con lágrima densa. En nariz es intenso y maduro, mucha fruta blanca madura y flores comparten protagonismo con notas dulzonas de miel y azúcar quemado, dominando el conjunto una marcada mineralidad. El alcohol se nota, sobretodo al subir un tanto la temperatura.
En boca tiene una tremenda potencia, untoso y con gran acidez, deja unas sensaciones de manzana verde y sobretodo mucha mineralidad. Tiene un buen final, aunque ese contenido alcohólico puede hacerlo pesado en algún momento. Lo mejor es beberlo poco a poco y sin prisas ya que al final es cuando mejor se muestra. De momento me sigo quedando con su Vignes Françaises.

Ya solo queda un sobaquillo de verano por venir. Como veis ha sido un verano intenso para la Peña el Sarmiento.

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