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Los viticultores de Calonge (Girona): El vino de la resistencia.

Los viticultores de Calonge (Girona): El vino de la resistencia.

vinos de caloge girona geronaLos que nos dedicamos a estudiar y divulgar la cultura del vino tenemos la costumbre exhibicionista de difundir los hallazgos, con una ostentación fatua que se acerca bastante a la pedantería.

En este caso, nuestro sentimiento es totalmente al contrario, y la comunicación se hace para compartir el  descubrimiento de las cosas sencillas, sin personificación, ni autoría, como fruto del trabajo colectivo y del esfuerzo de siglos. 

Además la manera de actuar de nuestros observados, es conocida en la región por su presencia habitual en los tradicionales mercados semanales o simplemente por su venta directa en la puerta de sus casas. Son del campo y viven de él desde hace siglos.

Son simplemente los agricultores de Calonge y Vall-Llobrega, que llevan generaciones haciendo su labor, y quizás por eso son una excepción.

El contexto territorial de los vinos de Calonge

Cuando alguien llega a la Costa Brava Centro, le sorprende el mar, el paisaje y un conjunto de espantosas urbanizaciones que nos marcan la línea de costa y las propias estribaciones de la sierra de les Gavarres. Difícilmente encontraremos como atractivo la actividad agraria, quizás si la pesquera que pone un punto de singularidad a Palamós; o incluso la artesanal en un enclave  interior como La Bisbal, capital de la comarca del Baix Empordá, y aunque a unos veinte kilómetros del Mediterráneo, estrechamente vinculada a la Costa Brava. Pero ir a esta costa, que en el caso de Calonge multiplica en época estival aproximadamente por diez su población de derecho, a visitar sus espacios agrarios, no suele estar en el programa turístico habitual.

No obstante el Baix Emporda, es una comarca con una fuerte tradición agraria. Las localidades que describimos en este texto son Calonge y Vall-Llobrega (Girona) y en ellas encontramos una actividad agraria dedicada a cultivos de cereal, forrajeras, frutales, hortalizas, olivos y vid.

El  área de cultivo se centra principalmente en las riberas de la Riera del Tinar, que desemboca en la Riera principal (unión de la de Riufred o La Ganga con la de Els Molins) denominada de Calonge. En el pasado las cepas ocupaban también el área de Els Villars.  En la zona baja aluvial se encuentran los cultivos de frutas y hortalizas, y en las laderas estuvieron los viñedos, que hoy también han descendido al llano, quedando los mejores terrenos vitícolas en las soleadas laderas.

Salpicando el terreno de cultivo se emplazan las masías, algunas de las cuales mantienen la propiedad en la misma familia desde el siglo XIV. En el pueblo de Calonge, hay todavía  varios barrios agrícolas  donde  pervive la tradición agraria. El vecino Vall-Llobrega guarda la actividad que fue abundante en el pasado  y hoy  casi residual.

En cuanto a la superficie de viñedo en la zona estudiadas no supera las 180 hectáreas.

El colectivo agrícola y la  Fundación Remença XXI

Una parte del colectivo de agricultores de Calonge y algunos de Vall-Llobrega se agrupa alrededor de una institución que los reune para defender su territorio. No podemos decir que todos los campesinos estén en esta asociación, pero sí que algunos de los que se encuentran reunidos en la misma, enfatizan desde la realidad con vigor y mediante actividades continuas  la defensa del territorio y las tradiciones de la vida agraria, al objeto que llegue a las instituciones y sociedad en general. Su interés por la continuidad de la actividad agraria ha centrado su preocupación colectiva, y les ha llevado a varias acciones, entre la que destaca la creación de una Fundación.

Según datos de la propia Fundación, ya en 1997 propusieron que su territorio, sus actividades y en definitiva, sus modos de vida estuvieran protegidos dentro de una Zona de Interés Etnológico.

Así mismo y siempre según dichos datos, en marzo de 2002 la Consejería de Cultura de la Generalitat catalana, incoa expediente de declaración de Bien Cultural de Interés Nacional a ese conjunto de explotaciones y a sus actividades tradicionales, y el conjunto se integra dentro de una Zona de Interés Etnológico (ZIE).

La Fundación Privada Remença XXI, se crea en 2004 preocupada por el futuro de la actividad agraria tradicional, y para proteger, gestionar e impulsar esa ZIE, que pretende mostrar las labores  que se desarrollan en estas explotaciones que perviven desde la Edad Media y que este conjunto sea reconocido legalmente  como “Patrimonio Etnológico de Catalunya” 

 Este colectivo ha desarrollado diferentes actividades con el fin de proteger una actividad y un territorio. No podemos olvidar que el emplazamiento de estas explotaciones roza con los terrenos urbanos de una de las zonas más urbanizadas de la Costa Brava, con las consiguientes tensiones urbanísticas al desvirtuar la naturaleza de aquellas e incluso potenciando el riesgo de su desaparición.

Esta presión del suelo urbano sobre el agrario, además de otras  restricciones de tipo agrario, hacen que la Fundación tenga esa preocupación, y trate de divulgar los valores tradicionales por medio de publicaciones, presentaciones de productos, recorridos por la zona, fiestas del vino, etc.

Su actividad continúa pese a que en noviembre de 2011, la misma Consejería que había propuesto la declaración de Bien Cultural, cierra el expediente sin concederle este reconocimiento y sin ofrecer ninguna razón para ello.

A nuestro modo de ver es un profundo error, archivar un expediente que surge de los propios agricultores, protege una actividad de gran interés ambiental, y delimita un espacio de alto valor cultural dentro de una zona de importante afluencia turística.

A esto debemos añadir que la diversificación económica que genera la agricultura en una comarca, en la que el turismo parece el único “cultivo rentable”, debe de ser otro motivo para proteger esta actividad, tradicional y rentable.

Las singularidades de una producción de vino único: el vino de Calonge

Como estudiosos de la cultura del vino, nos ha interesado lo relativo a este producto, pero hemos de destacar también el excelente trabajo efectuado por el colectivo agrícola centrado en la producción de frutas y hortalizas, cuya venta en la masía es el medio más utilizado.

Lo mismo podemos decir del aceite que tan magníficamente elabora Can Sitjas de la familia Jacas Vidal, en su explotación  con oliva arbequina y argudell.

Nuestra deformación profesional y la originalidad del producto, nos hacen derivarnos al vino, como producto estrella de la comarca.

Lo primero que se ha de destacar es que la práctica totalidad de la vid cultivada por el colectivo de payeses de la comarca es en formación en vaso. La planta se prepara para que alcance unos 40 cmts, y a partir del tronco se dejan 4-5 brazos, sin un número fijo de yemas, que pueden llegar a una quincena, con el objetivo de conseguir unos dos kilos y medio por cepa. No llegando a alcanzar los seis mil kilos por hectárea.

Esta formación y los trabajos de la viña están relacionados con una cultura tradicional totalmente asentada y muy continuista, que no se observa en la poda ni en el manejo de los frutales en los que se han adoptado técnicas más modernas. Podemos decir, que dentro de la tradicionalidad de la agricultura payesa, la actividad más regresiva, en el mejor sentido de la palabra, es la de la viña, y está plenamente justificada por la coherencia que se pretende conseguir en el producto final.

Lo mismo apuntamos  de las variedades, con las que hemos elaborado el siguiente cuadro:

Variedades Blancas

Variedades Rosadas

Variedades Tintas

Malvasia, Xarel·lo, Picapoll, Picapoll moscatell, Pansa, Rosseta, Moscat blanc, Cua d’Ovella, Garnatxa Blanca

Híbrid Blanc, Malvasia, Blanc, Grec Blac, Blanc de les Figueres, Beba, Rosseta, Plantacacia, Rosseta,

 

Colló  de gall.

Garnatxa Rossa, Xarel·lo Roig, Cariñena Roja,

 

Monastrell, Ull de llebre, Garnatxa, Carinyena, Negre calmet, Alicant, Abeller, Sumoll,  Jaqué,  Hibrid Negre, Moscat                            negre, Aramon, Gracia, Mando, M1 y M2, Monastrel fi, Roig, Simsó, Sumoll, Cinsaut

Teta de vaca,

 

 

 

Algunas de estas variedades se dan exclusivamente en este territorio, y otras son compartidas con otras regiones. Es interesante destacar la presencia de unas cepas conocidas como “grec” y que parecen ser variedades de vides silvestres, trepadoras y que en algún momento produjeron los llamados vinos de las brujas, vinculados a la leyenda y a la tradición local.

Hay que citar  la originalidad del jaque, que se considera resistente a la filoxera y único. Esta variedad sirvió para injertar las cepas locales por su resistencia al insecto, y según los campesinos no es un hibrido.

Es interesante observar que, al menos en la zona estudiada la mayor parte del territorio está ocupado por variedades locales y escasamente se producen vinos con lo que podríamos llamar “variedades mundiales”, que de origen francés han llegado a la mayor parte de las regiones vitícolas del mundo.

Este aspecto de la continuidad de las variedades tradicionales le proporciona una singularidad, que  es un atributo importante a destacar en esta comarca

La Elaboración del Vino de Calonge                                       

Según la tradición y lo que hoy observamos, después de la vendimia, la uva se depositaba en lagares de paredes de piedra o excavados y recubiertos de cerámica donde la uva reposaba unas horas mientras se iba pisando y extrayendo el mosto. Hemos de tener en cuenta que los vinos eran casi exclusivamente rosados y blancos, casi como hoy.

El mosto obtenido se trasvasa a los envases de madera o bocois donde va a fermentar durante un mínimo de dos meses. A la fermentación alcohólica  hemos de sumar la maloláctica, mal comprendida y en muchos casos desconocida. Los vinos una vez trasegados a  esas botas de una capacidad de entre 600 y 700 litros,  continúan su vida hasta su venta.

Como siempre queda algo de azúcar residual se suele producir refermentación en la botella lo que produce algo de carbónico, sobre todo en la época estival que le da un frescor muy original. De aquí surge el empleo de la botella de cava para envasar el vino, por la necesidad de resistencia del vidrio y el tipo de cierre, que era el corcho local, no debemos olvidar el pasado corchero de Calonge, atado en el gollete de la botella de cava.

Son por lo tanto vinos frescos, afrutados y sobre todo originales. Hemos catado muchos envases, algunos de más de cien años, y el vino de cada uno es diferente. A primeros de marzo se hacen las catas y los clientes eligen el vino, lo encargan, se lo embotellan y a lo largo del año acuden a recogerlo, portando sus botellas, para que sean reutilizadas.

El producto, a nuestro modo de ver no es  uniforme, y hay celler con vinos excelentes y otros que no lo son tanto. Pero nos encontramos ante vinos de sabores antiguos, como era el vino en tiempos, que resulta que ahora son modernos. Son originales, únicos, directos de la tierra, sin contacto con ningún producto más allá de una mecha de azufre para conservar esos bocoies centenarios  de madera roble y otros de castaño.

Son fruta, un punto de carbónico, y en los tintos: ciruelas pasas, cerezas en mermelada, frutos secos y  algún tostado; y la frescura de los vinos que no intentan envejecer.

La definición es la de vinos vivos y sin más pretensión que saber a trabajo, a uvas y a tierra. A un precio módico y vendidos por el dueño de esas tierras desde hace un par de siglos…. Por lo menos.

La venta directa de los vinos de Calonge

Como agricultores, los payeses de Calonge trabajan en diferentes cultivos y sus frutos los venden directamente en sus propias masías, dentro de la más estricta legalidad.

No parece que ofrezca duda que un campesino comercialice sus frutos, hortalizas y otros vegetales en el mercado semanal o en su propio hogar. Pero en la venta de vino estos agricultores han tenido sus problemas de exhaustivas inspecciones, y presiones para el cumplimiento de las normativas más exigentes y en algunos casos improcedentes

Efectivamente, la legislación actual modificando leyes anteriores, dice:” se considerará como actividad agraria la venta directa por parte de agricultoras o agricultores de la producción propia sin transformación o la primera transformación  de los mismos,  dentro de los elementos que integren la explotación, en mercados municipales o en lugares que no sean establecimientos comerciales permanentes.” En este caso el vino se encuentra entre el listado de productos a comercializar.[1]

Aclarado el punto de la legalidad, que algunas instituciones dudaban de su veracidad, veamos los enormes beneficios que esta tipología comercial engloba.

La venta directa permite al cliente ser el verdadero protagonista de la transacción. El conoce la explotación, desde la viña, a la bodega, puede elegir su vino preferido, reservar el número de botellas que precisa y que le son guardadas en la propia explotación.

Se puede compartir un bocoi de 650 litros entre varios amigos, una vez que desde el 1 al 19 de marzo acudamos, por ejemplo, al Mas Molla a degustar los originales vinos elaborados.

Estamos ante productos personalizados procedentes de viñedos de variedades originarias de la zona y con una cierta edad.

Es una verdadera fórmula de Enoturismo, no solo como conocimiento de la zona sino también como base de la actividad comercial. Si usted desea un vino tradicional de Calonge tendrá que acudir a la explotación.

Curiosamente nos encontramos ante vinos sin marca, ni etiqueta, ni pertenencia a ninguna organización que responda del producto. La sola coherencia y la solvencia moral del payés y nuestra propia percepción del producto, serán la garantía.

Estamos ante el verdadero vino de autor, hecho como vino de pago y en condiciones de elaboración de los vinos de garaje. Es decir, esto es la modernidad, pero al lado de la tradición, cerca de ese dintel del siglo XVIII del Mas Ponsjoan, o al lado de la prensa de vino del Mas Radó que nos señala el año 1724.

Por otra parte, degustamos el producto, junto a las generaciones jóvenes como Montse Molla, con sus estudios de Enología, que nos garantizan la calidad y a la vez  observamos los precios que son inmejorables.

Todo está pensado para que el producto tenga un precio adecuado. Las instalaciones no son ostentosas, la maquinaria es la justa, las botellas son reciclables, no hay embalajes que posteriormente tengamos que desechar y la venta directa.

Esa venta directa, es casi una fiesta en época estival cuando los masos y casas de pagès  están espléndidos de frutas, hortalizas y las gentes de la costa acuden sorprendidas a una explotación que les ofrece, aceite, conservas, y  vinos de una calidad singular, una frescura sin igual, donde un “negre gran reserva 2006”, vale 3 euros.

De la calidad de las viñas y de las posibilidades que el territorio ofrece, nos hablan también las bodegas, podríamos decir con cariño y respeto “convencionales” y que se mueven también en muchos casos dentro de criterios similares a los descritos y que están instaladas en la zona desde hace décadas como son  Can Sais en Vall-Llobrega y de Mas Mont, Mas Eugeni y Castell de Calonge, en esta última localidad, y encuadradas dentro de Denominación de Origen Empordá; y Clos D’Agon en la más generalista de Catalunya, donde Miguel Coronado hace excelentes vinos.

 

Conclusión a futuro     

La Costa Brava está llena de atractivos, y hubiera sido un gran acierto que la Generalitat, hubiera declarado la Zona de Interés Etnológico, sumando un recurso más a los abundantes de ese territorio. Pero la Consejería de Cultura, no entiende lo que significa el valor de lo etnográfico como recurso y generador de economía,para eso hay que tener visión de futuro, y quizás sus colegas de industrias agroalimentarias no se atrevan a interpretar esa clara ley de la venta directa, que de alguna forma viene a defender a esos agricultores y a permitirles seguir con su actividad.

 Pero no creo que esto importe a quienes haciendo las cosas bien, no dan abasto a vender sus excelentes verduras, frutas, aceites o vinos. Es el cliente el que garantiza la calidad no una oficina, casi siempre siniestra.

Cada día que pasa estos agricultores de la localidad, los de la Fundación Remença y otros, van a estar más en la actualidad, sus frutos son próximos, son verdaderamente el kilometro cero de enología, ya que ni saben lo que es el metabisulfito, y venden a sus vecinos, y a quien quiera visitarlos. El tiempo va a su favor, van de cara al futuro que tiene su soporte en el pasado y la Generalitat se ha equivocado al no concederles la protección de Bien Cultural ni la declaración de Zona Etnológica a su territorio, su patrimonio y su producto. Su concepción del patrimonio es la de hace treinta años, y la de los payeses es la visión del futuro, y además la que deseamos tener los ciudadanos

Creo que estos labradores deben recordar la Sentencia de Guadalupe(1486), en la que se les reconocen los derechos, que tan celosamente han guardado, y deben seguir manteniendo sus cultivos y sus prácticas ancestrales, sin hacer caso a la opinión de leguleyos de despacho, que no distinguen la alfalfa del alquitrán, frutos que se dan juntos en la zona

Todo ello, sin perjuicio de la coexistencia con otros modos de hacer de la otra buena pagesía existente en Calonge, que con prácticas probablemente más modernas pero no exentas de calidad y el indudable cariño a su oficio y a su tierra, complementan y ayudan a que la esencia agrícola del territorio mantenga toda su potencialidad.

(Agradezco a Blanca Barasoain y a Ramón Moncosí su hospitalidad y sus orientaciones para conocer la zona.

 



[1] Ley 35/2011, de 4 de octubre, sobre titularidad compartida de las explotaciones agrarias. BOE del 5 de octubre de 2011, nº 240

 

 

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  1. #1

    Obiwan Ferran

    Muy interesante el artículo. Gracias por darnos a conocer ese pequeño paraíso del vino. A ver qué día me escapo para allá. Saludos,

    Ferran

  2. #2

    Arrutzi_Najera

    Me he quedado fascinado,con tu articulo. Aun quedan espacios donde lo original y autentico sobreviven. Deseo, como no puede ser de otra forma, el máximo de apoyo para estas gentes, desde la Generalitat, etc... Pero pensar, por un momento que todavía existe algo "virgen", me fascina y me provoca, para que seamos nosotros, los aficionados al vino quienes les apoyemos, como sin duda as hecho tu con el genial articulo. Pasare por la zona y si no te importa te pediré con un poco más de detalle los vinos que te gustaron, para poder adquirirlos. Salud.


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