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D.O. Utiel-Requena: una apuesta por la calidad

Hasta hace poco tiempo, y salvo contadas bodegas de algunas D.O. con tradición exportadora -sobre todo de Rioja, Penedés y Ribera del Duero-, la mayoría de la producción vitivinícola española iba orientada al mercado nacional de vino de mesa y de granel. Es más, de todos es sabido que la mayoría de los vinos españoles siguen siendo, hoy por hoy, unos grandes desconocidos en los mercados internacionales.

No obstante, algunas cosas han ido cambiando de forma notable en los últimos tres lustros. La entrada de España en 1986 en la entonces llamada CEE, el proceso de desarme arancelario frente a nuestros socios comunitarios y el resto de terceros países así como la modificación de los objetivos de la Política Agrícola Comunitaria han servido de acicate para que el sector haya iniciado un proceso de cambio que ya parece irreversible.

Así, nos encontramos inmersos en un proceso de ebullición enológica en nuestro país en el que se reafirman las D.O. más tradicionales mencionadas con anterioridad, aparecen algunas nuevas o seminuevas (Somontano, Cigales, Toro…) o resurgen de entre sus cenizas otras, como Priorato, cual ave Fénix impulsada por enólogos ilustres (Barbier, Pérez, Palacios,…) con cierto ánimo aventurero. Por ello, no resulta extraño escuchar a afamados críticos internacionales expertos en la materia (como Jancis Robinson en el clásico "World Atlas of Wine" de Hugh Johnson) alabar el potencial enológico español utilizando el simbolismo de un gigante que ha permanecido aletargado en el tiempo como consecuencia de una resaca autárquica de la que ya se habla con perspectiva histórica.

Al mismo tiempo, algunas otras de las D.O. con mayor capacidad productiva han ido reorientando sus procesos buscando una mayor calidad de sus vinos, cuyos resultados actuales hacen presagiar un futuro prometedor. Es el caso, por ejemplo, de los vinos de La Mancha que en su reciente certamen ya nos ofrecieron una buena muestra de sus nuevos y prometedores caldos. Algo similar podríamos decir de las D.O. de la Comunidad Valenciana que en las II Jornadas de sus vinos, celebradas el pasado febrero, permitieron a sus principales bodegas (Gandía Plá, Belda, CVCRE, Torroja, Murviedro, Torre Oria, Mas de Bazán, Cherubino Valsangiacomo, Sebiran,…) dar a conocer sus notables esfuerzos por romper con una tradición de vinos de granel e inferior calidad.

Utiel-Requena es un buen ejemplo de una D.O. en proceso de transición. En la pasada campaña tan sólo se comercializaron 25 millones de botellas de una producción total de 210 millones de kilos de uva. No obstante, la inquietud mostrada por las bodegas en los últimos años que condujo a la creación de una Mesa del Vino -compuesta por representantes de todo el sector vitivinícola-, ha provocado cambios significativos en el Reglamento del Consejo Regulador. Es significativo destacar que estos cambios, bastante paradigmáticos de una apuesta definitiva por la calidad, surgen de forma endógena facilitando por tanto su aceptación y perdurabilidad. En su origen se encuentra la gran preocupación detectada entre los bodegueros como consecuencia de una creciente competencia en los vinos de granel e inferior calidad proveniente, especialmente, de terceros países (Chile, Argentina, Sudáfrica,…) con muy bajos costes laborales y de producción.

Dado que estos cambios producidos en el Reglamento del Consejo Regulador de Utiel-Requena y que entrarán en vigor para la próxima campaña son una buena muestra de los que cualquier D.O. puede introducir en una seria apuesta por la calidad, comentaremos algunas de sus principales modificaciones:

 
•  En lo referente a las prácticas de cultivo, el principal objetivo es evitar aquellos excesos de producción que merman la calidad del vino. Como reconoce Fausto Pozuelo, presidente del Consejo Regulador, "ahora ya no estamos por la labor de hacer kilos, hectolitros y grados, sino por producir lo que quiere el consumidor: buen vino". Las principales innovaciones residen en el control de riego de los viñedos y la limitación de producción de uva por unidad de superficie. Esta última se consigue estableciendo medidas sobre la poda y prohibiendo los "uveros" (aquellas ramas que se dejan ocasionalmente al podar, largas y centradas en la cepa, con varias yemas capaces de forzar el aumento del número de racimos de uva que por estar menos soleada suelen tener una deficiente calidad). También se introduce entre los vinos protegidos la varietal syrah que tanto éxito está obteniendo en otras D.O.
 
•  Entre las mencionadas medidas de poda establecidas se rebajan de 20 a 18 el número de yemas que se pueden dejar por cepa, al mismo tiempo que se limita la cosecha de uva por hectárea a 7500 y 9100 kilos en las plantaciones de vaso y en espaldera respectivamente. Por su parte, el riego de apoyo también se controla, especialmente en la variedad autóctona Bobal en la que se limita al momento del envero, hacia mitad de agosto, cuando la uva empieza a cambiar de color.
 
•  En el campo de la vinificación se establece una graduación mínima en los tintos de 12 grados, con excepción de los de Bobal que estará en los 10,5. También se establece la posibilidad de elaborar cuatro nuevos tipos de vino orientados a distintos nichos de mercado: Vino Madurado en Barrica (una categoría que se situará entre la Superior y la Crianza); Tinto Tradición (que deberá poseer un mínimo del 70% de la varietal autóctona Bobal); Vinos de Licor y los Vinos de Heredad.
 
•  Los Vinos de Heredad (que en otras partes se suelen llamar vinos de pago) saldrán de viñedos con una edad superior a los 18 años en espaldera y 30 años en vaso, y tendrán que venderse a precios que, como mínimo, superen en tres veces al precio medio de la uva (distinguiéndolos también por el precio y evitando conflictos comerciales con el resto de vinos). Las producciones no podrán superar los 2,5 kilos por cepa en plantaciones localizadas en un radio de 2 kilómetros de la bodega de elaboración, lo que nos lleva a que el concepto Heredad pueda aproximarse a lo que suele conocerse como vino de "chateau". En la actualidad no hay todavía ninguna bodega que pueda acogerse a esta categoría pero hay algunas que se están preparando en esa dirección (como es el caso de Gandía Plá, una bodega ejemplar de la D.O. Utiel-Requena). No obstante, como reconoce el propio Pozuelo, la consolidación de esta opción exige el convencimiento de los políticos y legisladores "de que una bodega en medio de unos viñedos no es una construcción industrial ni urbana, debe verse como algo entroncado en la actividad vitivinícola, con el paisaje y con la cultura enológica y, por tanto, se debe facilitar". El futuro pasa por una revisión de la Ley de Ordenación del Territorio que facilite este proceso de transición.
 

En definitiva, estos y otros cambios en la mayoría de las Denominaciones de Origen son los que demuestran que el sector vitivinícola español se encuentra en un fuerte proceso de transición. Los consumidores también debemos participar de dicho proceso a través de una demanda más cualificada e informada que oriente las innovaciones a introducir por parte de los productores. ¡Un importante reto para todos!.


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