Muy cerca de la autovía A1 y a punto de cruzar a Segovia, se encuentra la población de El Molar en cuya parte alta hay una zona llena de cuevas / bodegas con varios locales de restauración. Éste en concreto, en el lado izquierdo y en bajada lo que dificulta su entrada, se encuentra en reformas y tiene una ubicación provisional más arriba de la calle en la zona llamada La Torre que por cierto tiene algo de aparcamiento y unas buenas vistas del valle que merecen la pena.
Son cuevas excavadas en la montaña y por tanto se forma pequeños espacios a modo de habitaciones donde se sitúan mesas únicas de 2-4 personas; a la entrada a la izquierda tiene un espacio mayor que permite la barra y unos espacios para varias mesas.
Un pequeño hueco nos deja una mesa para dos, iluminada con una lamparilla dejando un ambiente casi personal; mantel y servilletas de papel, vajilla y copas algo básicas. La carta de vinos no la consulté porque vamos de carretera y nos limitamos a un vermut tinto casero traído en una botella con tapón de cristal (muy similar a las de vino Habla del Silencio blanco o rosado) puesto en la mesa y a un tinto de verano de llamativa elaboración personal aunque algo demasiado dulce. Un agua grande sin gas que nos acabamos llevando para completar el viaje.
La carta de comidas contiene varios menús aunque el principal es elegir de carta. La cocina es una cocina castellana de buen producto y asado como elaboración, así que elegimos para dos:
. sopa castellana: bastante cargada de pan pero con buen sabor, poco huevo en el fondo. Bien.
. judiones con perdiz: alubias tipo de la Granja aunque algo rotas quizás por remover para servir desde un caldero grande; poca perdiz aunque jugosa. Bien de sabor y fondo.
. cordero asado (1/4): servido en cazuela de barro, un cuarto de cordero en el que la pata quedaba con su carne algo seca siendo las costillas y el resto más jugoso. Bien.
El pan tipo bollito (le llaman mollete) normalito pero que dado el tamaño de las raciones, no hizo ninguna falta. Un café pedido para despejar la mente y salir al coche, resultó ser el peor en décadas.
Llamativo el "hilo musical" a cargo de la propia de la camarera ecuatoriana que cantaba a voz en grito desde la cocina (o la entrada) pero que retumbaba por el interior de la cueva; no canta nada mal pero no es el lugar. Aparte de eso, su servicio fue correcto amable cercano y abierto a consejos.
Curioso sitio que se aleja de las franquicias de las gasolineras.