He tenido la oportunidad de probar esta joya del vino, enmarcado en una bodega en la punta de lanza de la calidad y del cuidado detallado del producto. Embotellado en 2013, añadas 1994, 1999 y 2000
No calificaremos el embotellado, pues es algo que me atrevo a realizar generalmente con nuevos vinos, pero no con los que quizá hayan sido los precursores del estilo noble de embotellar, el mismo que envuelve al embotellado VS. La botella tiene algunos toques distintivos, como el esmerilado del vidrio aportándole un toque de sofisticación.
La abrimos..., corcho perfecto.
Entre los aromas que nos tientan a prescindir de la mirada nos concentramos para abordar la fase visual. El color es picota granatoso con destellos rojizos y un claro ribete evolucionado con tonalidad anaranjada. Tiene una capa media. Lágrima lenta que tiñe la copa.
Ahora sí activamos el bulbo olfatorio y percibimos una combinación de aromas que nos invita a jugar. Destacar la presencia a copa parada de aromas a fruta roja madura con algunas notas de flor marchita. En agitación percibimos además notas evidentes a cueros y cacao. Algo de regaliz. A medida que dejamos pasar el tiempo la potencia aromática va en aumento y se hacen más presentes si cabe los aromas previos, a los que se añade un fondo lácteo y algo de notas licorosas.
En boca nos confirma su altísima calidad, con una entrada carnosa y potente, con intensidad alta, acidez muy adecuada y sorprendente para la edad media del coupage de añadas. Me resulta además agradable el que conserve una ligera astringencia por unos taninos muy bien pulidos. Los sabores en boca están en sintonía con los aromas en nariz, con un claro sabor a fruta roja madura combinada con unos casi imperceptibles tostados. Tiene un recorrido largo, al igual que su persistencia. El postgusto es más que agradable, te acompaña durante toda la cata como si se tratara de un invitado más en la mesa, más aún: el protagonista.

Edición 2012 (1991-1994-2000) el mejor vino que he probado sin duda alguna