Opiniones de Krug Brut Rosé
OPINIONES
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Esta vez probado en casa con un arroz amb ceps. Espectacular este vino convertido en un champagne delicado y profundo. Guardado para momentos especiales y para recordar. Un gran champagne, que está en la cumbre y del que recordaré tanto su aroma cómo va evolucionando y su sabor largo y largo. Un espectáculo. Ah! y el arroz también......

Probado en la cata de Krug en Glasroom, con Vilaviniteca y con Monclus de maestro de ceremonias. Una pasada de champagne. Espectacular, muy vinoso, no parece un rosé sino es por su recuerdo a borgoña negro. Impresionante, profundo y delicado

Probado en la cata con Xavier Moclús de los mejores Champagnes roses en el Celler de Gelida. Un champagne espectacular, que no parece rosado, vinoso, evolucionado, sin ningún pico ácido. Krug Rosé es una de las cosechas más especiales de vino Krug Rosé. Ensamblaje de Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay, de una docena de vinos diferentes, este vino maduró 5-6 años en los sótanos de Krug. Este es un champagne único. Un champán muy diferente de otros champagnes rosados, muy seductor. Color rosado pálido, piel de cebolla cobrizo y una burbuja fina y abundante. En nariz requiere de un tiempo para olorar sus maravillosos aromas de pétalos de rosa, de frutos rojos, especias, bollería, un toque mineral. Una explosión de aromas complejos. En boca es suave, delicado, matizado con notas de frutos rojos. Profundo y muy largo en boca. Muy estructurado, recordándo a grandes borgoñas. Es un champagne impresionante y dificil de catar por su precio.

Vino con unos 13-14 años en botella. Tal vez se encontrase en ese misterioso periodo de hibernación típico de algunos grandes (Krug, Mouton, etc) ya que lo encontré fatigado y poco expresivo a pesar de la decantación y degustación a lo largo de varias horas. Poco que ver con las sensaciones de este gran vino cuando aparece a lo grande... A pesar de ello, los parámetros de calidad habituales estaban presentes y si bien la emoción de otras ocasiones no se hizo presente, la gran longitud del posgusto, la finura de los aromas de su larga crianza y la absoluta corrección formal -como es habitual en esta Maison- cumplían con creces.

Eso es lo que sentí cuando lo tomé. Más alla de una descripción de su apariencia , de sus aromas , de su sabor , creo que hay que definir las sensaciones.
Elegancia, finura, clase, generosidad, potencia, versatilidad, amplitud, profundidad, majestuosidad, dominio de la situación, adaptibilidad y , por encima de todo, placer.
Placer cuando entra, se queda, juega en tu boca, se fija y se va cuando considera que es necesario que le releven.
Sabe a gloria , quizás porque tomarlo es una gloria.
No puntuo por razones evidentes

Otra botella de este vino singular, descorchado –para ir abriendo boca- en la celebración de cumpleaños de un buen amigo, hace ya algunos meses.

A pesar de su indudable porte y de todas sus virtudes (acidez potente y equilibrada, gran longitud en boca, redondez y elegancia) esta vez no alcanzó el nivel de otras degustaciones.

Tal vez la emoción inicial del momento y el desfile de vinos con que el anfitrión nos iba a agasajar (acompañados de un impresionante guiso de jabalí) pudo nublar mi apreciación; no obstante objetivé un sutil descenso cualitativo (únicamente organoléptico) con repercusión -sobre todo- en la relación calidad-precio.

El color asalmonado-cobrizo-broncíneo y la burbuja finísima iban por delante. La nariz, aunque algo cerrada inicialmente, ya regalaba violetas borgoñonas, vainilla, tostados, galleta y fruta roja a raudales, envuelto todo en un complejo y a la vez discreto manto mineral, sumamente adictivo. Poco a poco se fue abriendo, ganando en complejidad y variedad aromática, pero de forma más contenida que en ocasiones anteriores. Más austero y rectilíneo que otras versiones.

Sin duda un grande, aunque más discreto en su expresión.

Otra vez nos volvemos a encontrar con el Rosé de Krug, al que definimos como un Musigny con burbujas. Esta botella no llegó al nivel de la anterior, pero muestra ese tono encantador de frutas rojas, grosellas, café en grano y especias que sin duda le destaca sobre la nariz del grande cuvée “normal”.

En la boca destaca su proverbial elegancia, su sensación vínica y ese tanino perfectamente integrado en un conjunto de verdadera emoción, con una fina persistencia y un final en el que vuelven esos deliciosos frutos rojos, con una burbuja magistralmente integrada. Un vino realmente aditivo y encantador.

En fin, que Krug Rosé es algo único que alguna vez hay que probar, porque ese porcentaje de vino tinto le otorga al grande cuvée una prestancia y una elegancia realmente fabulosas. Pura delicadeza.

Estamos ante un ejemplar soberbio de grandeza. No voy a reflejar todo lo que nos ofrece a lo largo de su obligatoriamente pausada degustación, porque ya está todo dicho en las notas anteriores.

Botella con casi 15 años en el mercado. Impecable, maduro, sereno.

Lo más destacable: aromática brutal, afilada acidez, sensación de potencia y elevado extracto, elegancia/equilibrio increíbles y textura espectacular.

Como bien escasísimo que es, como paradigma de la calidad objetivamente entendida, como resultado del trabajo, constancia y saber hacer de la bodega, este vinazo se erige como una de las pocas referencias (probablemente acompañado de toda la gama Krug) mundiales de la excelencia. Joya enológica que no se queda en lo puramente material y placentero; es trascendente y ocupa su lugar en el universo de los símbolos y del imaginario colectivo de los Grandes Vinos del Mundo.

El coste económico es su gran inconveniente. La exclusividad, la fama, la baja producción y la excelsa calidad tienen su servidumbre: un precio desorbitado que empaña cualquier atisbo de fantasía...

Color salmon palido, con destellos cobrizos, un carbonico discreto, elegante, fino aportando una columna perfecta en la copa.

Nariz explosiva, cargado de fruta roja y tropical, toques levaduras, bolleria fina, ligeros tostados y frutos secos, con un aporte mineral.

Entrada persistente y suave con volumen, haciendo sentir su discreto y crujiente carbonico, acompañado por unos deliciosos frutos rojos y un recuerdo de pasteleria, su recorrido amplio y sin complejos.....

Color rosáceo.
Nariz de buena intensidad con aromas de frutos rojos -frambuesa, grosella-, matices florales perfectamente definidos, bizcocho de almendras, carbón vegetal, roca calcárea y un sinfín de sutiles aromas que van cambiando constantemente.
En boca tiene una entrada suave, elegante, con el carbónico perfectamente integrado, fresco pero con cuerpo, con las frutas rojas merodeando por el paladar, mineral al final de su largo recorrido, perfecta acidez que lo dota de estructura y vida.
Un vino para disfrutarlo tranquilamente. Un vino único, inimitable, seductor, es un Borgoña Grand Cru con burbujas.
Su precio, de de 350 euros, lo convierte en una locura.

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