Caoba con destellos yodados, sin apenas precipitados.
Nariz intensa y compleja, con un alcohol perfectamente integrado por el paso del tiempo en botella. Notas de frutos secos, almendra y avellana, maderas viejas, ebanistería, tabaco de pipa, ahumados, crema pastelera, especias dulces, frutas escarchadas…en fin, una aromática compleja y embriagadora, para recrearse en ella.
En boca es un vino directo, pétreo y mineral, largo, equilibrado y sumamente armónico. Concentrado pero fluido, de paso redondo y vertical, con un gran extracto seco. Final de marcada longitud que nos deja recuerdos de frutos secos, especias y ahumados, con una larga persistencia y un carácter envolvente.
Las pocas veces que tenemos la oportunidad de probar un vino viejo de Agustín Blázquez hay que aprovecharlas porque estamos hablando de botellas únicas e irrepetibles, de una bodega que ya forma parte de los mitos. Oloroso viejo del pago de Macharnudo, recto y sustancioso, vertical y duradero. Para recrearse y recordarlo.
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