Santa tenía que ser su nombre.

Rojo cereza de capa alta. Nariz con divertida riqueza sensorial bajo un prisma de media intensidad, aromas de frutillos silvestres (grosella) entremezclados en especias, tierra batida, cierta vegetalidad, pimienta, clavo, tierra seca y matices de metal limpio – yodo – tinta china. En el final de nariz aparece la fruta roja madurita en un alarde de jovialidad, pero que enseguida tropieza con la realidad. En boca es rico, acoplado, fruta y madera bien ensambladas que le da un bonito recorrido en la evolución dejando una sensación torrefacta dulce. Posgusto firme y acorde con la boca. Reronasal donde se perciben los aspectos minerales como la mina de lápiz y el carbón vegetal / creosata y también la fruta más madura, recordando incluso a los frutos secos, al café con leche y a los aldehídos. Un vino camaleónico desde el punto de vista sensorial, que lo hace divertido ya que estás continuamente encontrando matices que van y vienen. Un vino sin cierta coherencia y quizás esa coherencia extraña es lo que lo que lo hace interesante. Por aportar algo más, al final te recuerda incluso al pacharán casero de endrinas del norte de España, la oxidación del alcohol oculta los mejores espíritus de nuestros vinos. Santa tenía que ser su nombre y tengo una curiosidad tremenda por lo que el tiempo en botella le dará.

  1. #1

    AntoDavila

    Tengo que localizar alguna botella, para regalársela a mi mujer, ya sabes que hace muchos años que le llamo de esa manera, por tener la "valentía" de aguantarme.

    Un abrazo amistoso.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar