Ecológico...de Huesca

Se nos presenta en una botella de aire borgoñón. Digo "aire", pues no es bien bien la clásica botella de Borgoña. Ésta resulta más suave; de echo, incluso parece que tengamos menos cantidad de vino dentro del recipiente...
La imagen de la botella, su etiqueta, resulta anodina; roza lo "cutre"; lo Kisch...
No comentaré más. A las pruebas me remetiré...
Eso sí: gracias a Dios, lo que realmente importa, lo que valoraremos, es el líquido que alberga en el interior. Esto ya es otra historia.

Presenta en la copa, un color rojo picota oscuro de capa alta, ribete granate y abundante lágrima fina y presente en el cristal.
La nariz, a pesar del coupage indicado en la ficha del vino, se me antoja más "Merlotera" que de dominio "Cabernetiano": Fruta roja a medio madurar, fresca (Guindas, moras...) alguna sensación tímida balsámica (mentolada). Ramalazos lácticos y especias débiles que nos señalarán lo poco que se aprecia la crianza de 6 meses en el roble...
La boca debo decir que en este momento, me ha defraudado un poquito. Digo esto, porque habiendo probado este vino hace unos meses atrás, no ha sorprendido como sí en su momento lo hizo. Ahora resulta fresco, frutal y agradable. Todavía mantiene cierta acidez, pero adolece de más estructura, cuerpo en definitiva. Tanino vivo que nos dejará un final frutal secante y con un post-gusto especiado marcado.

Aunque parezca que encontramos más puntos negativos que positivos en este tinto aragonés, por lo menos merece la pena el beberlo y valorarlo como lo que es: un vino ecológico, puro. Que no quiere más premisa y objetivo que el de la fruta y el de ser un estupendo biológico para el día a día