Me gusta la frasca en la que se presenta. Quitar el tapón reviste algo de dificultad, pues queda demasiado hundido en ese gollete de forma abierta. Botella nº 38 de 60.
Tiene un color amarronado yodado de aspecto viscoso en sus últimas copas. Los días abierto mitigan el alcohol y lo vuelven más sutil y delicado. Hay notas de higo prensado y pasas, caramelo de café, barniz, madera húmeda... Untuoso en boca, de sedoso tacto, ligero recuerdo a brandy, cálido, apunte dulce de caramelo artesano y una curiosa retroacidez. Una joya de dulzor equilibrado. Da pie a estirarlo, copa a copa, y eso le hace tener una estupenda relación calidad precio.
Desde unos quesos al final de una comida, hasta unas simples nueces a mitad tarde, son ideales para este estupendo vino.
Desde la curiosa botella ya este vino te hace erguir las orejas y ponerte en guardia, sobre todo cuando te lo dan a catar a ciegas y no sabes qué diables estás bebiendo.
Color yodo oscuro.
Nariz intensa con notas de barniz, de bizcocho borracho, de arrope, fruta negra pasificada, ciruelas claudias, confitura de naranja y madera de balsa.
En boca tiene una acidez muy rica, un cuerpo amplio, con unas notas licorosas marcadas, frescas, con matices de lacas y barniz y un largo recorrido.
Un 10 por el trabajo de búsqueda y hallazgo de estas joyas que a buen seguro hubieran acabado por evaporarse en alguna bota perdida. Pero también un excelente vino, con carácter y personalidad. Nada fácil, esos sí, pero qué delicia.
Tremendo este Sibaritus Goloso.
Lo había catado ya hace unos meses con Los Restauranteros, por gentileza del legendario Ramico, y me entusiasmó.
Tal es así que me hice con una botellita y, en una comida de buenos amigos a los que quería sacar algo guapo, guapo de verdad, fue mi elección. Por delante de otras alternativas más rimbombantes.
Acerté.
Se trata de un trabajazo de Juanma y Ramico, "los de Valle del Botijas", de recuperación de soleras centenarias de albillo real, escasas, recónditas... que van refrescando con albillos de entre 5 y 10 años, procedentes de vendimias maduras (no sobremaduras, apuntan) asoleadas, lo que hace que sólo se haga una saca al año y de máximo 30 botellas.
Un privilegio de vino, un placer, algo singular. En una cata a ciegas, como fue el caso, es casi imposible de identificar. Italia, Cataluña, Andalucía... ¡No, Castilla y León!
Color iodo, capa media... Dulzor manifiesto pero contenido, acariciante, ahí está la acidez, que tampoco le sobra, persistencia sublime.
Especial, muy especial.
Dejo la cata técnica a gráciles catadores que en breve les deleitarán con sus versadas y pizpiretas notas...
Original vino que elabora nuestro antiguo compañero de Verema Ramico en su bodega de Valle del Botijas, sita en Pesquera de Duero. Procede de la saca de diciembre de 2014 y de una solera de 15L..
Está encerrado en una botella de diseño de 0,50L., vestida con una sencilla etiqueta y con un corcho correcto.
A la vista se manifiesta con un color yodado de media capa, limpio y brillante. Muy buena, densa y gruesa lágrima que se desliza con pereza por la copa. Menisco color yodo.
En nariz abundantes frutas pasas y en licor. Ciruelas negras, notas de miel, mermelada de naranja, confitura de la misma. Madera en segundo plano.
En boca me encuentro con un vino muy original. Yo diría que único. Nunca he probado un vino como éste. Saboreándole en la copa me trae recuerdos de: una excelente mezcla de Pedro Ximenez, un Porto y un Fondillón. Una mezcla muy equilibrada de los 3 vinos. Vamos, un tres en uno.
Es fresco, muy elegante, muy aterciopelado, muy sedoso, con un punto de dulzor que no le hace empalagoso. Con una presente acidez que invita a beber y que le dará vida después de ser embotellado. Extraordinario paso de boca. Es un vino muy, muy largo. Me da una permanencia de 4,00 minutos.